Ayer por la noche, el Teatro Apolo se convirtió en un hervidero de emociones y acordes vibrantes. Con el cartel de ‘entradas agotadas’ colgado en la puerta, me senté entre amigos, todos con la misma expectativa en los ojos: ver a JJ Fuentes deslumbrar con su nuevo espectáculo, el inicio de una gira que promete ser monumental. Y vaya si lo fue.
Desde que escuché por primera vez “El Perro Del Hortelano”, supe que este chico tenía algo especial. No podía imaginar que años después estaría viendo su evolución en un escenario tan emblemático como el Apolo.
La banda que lo acompañó anoche era pura magia. Popi González a la batería y Víctor Sánchez a la guitarra aportaron ese toque granadino que tanto nos gusta a los almerienses. La química entre ellos era palpable; cada riff y cada golpe de tambor resonaban como un eco familiar en nuestras almas. Y qué decir de Chipo Martínez, ese mito local que siempre logra hacerme sentir orgullosa de nuestra escena musical. Su colaboración en “Que El Olvido Se Apiade De Ti” fue uno de esos momentos que se quedan grabados para siempre.
Recuerdo cuando mi primo Javier me decía que no entendía cómo podía disfrutar tanto del rock español, pero anoche quedó claro: la poesía de las letras de JJ es un reflejo de nuestra propia vida aquí en Almería. “Cerca Del Paraíso” resonó con fuerza y me hizo pensar en esas tardes estivales junto al mar, donde todo parece posible. Las referencias locales fueron constantes, desde la sal del Cabo de Gata hasta esa eterna pregunta sobre quién es realmente Miss Almería. ¡Cómo me reí cuando bromeó sobre eso!
Y luego llegó “Madre, Anoche En Las Trincheras”. Ahí fue cuando comprendí que el rock no solo se trata de riffs potentes; también hay espacio para la vulnerabilidad y el sentimiento profundo. Ver a JJ bajar al patio de butacas fue un gesto audaz que hizo sentir a todos más cerca, como si estuviéramos compartiendo un secreto entre amigos.
La atmósfera era electrizante; cada canción parecía llevar consigo una historia personal. Cuando sonó “Ave Fénix”, dedicada a su madre y a todas aquellas personas que luchan sin ser valoradas, sentí una oleada de empatía recorrerme el cuerpo. Esos momentos son los que hacen del rock algo más que música; son conexiones humanas.
Al final del concierto, mientras los aplausos resonaban como un trueno en las paredes del Apolo, sabía que había sido testigo de algo grande. JJ Fuentes no solo ha destapado el tarro de las esencias del rock; ha creado un espacio donde todos podemos sentirnos parte de algo mayor.
Así que aquí estoy, escribiendo estas líneas con una sonrisa tonta en la cara y recordando cada acorde y cada risa compartida. Si aún no has tenido la oportunidad de ver a JJ Fuentes en vivo, te lo digo yo: no te lo pierdas. Este artista almeriense está destinado a dejar huella y nosotros estamos aquí para seguirlo en cada paso del camino. ¡Viva el rock andaluz!