Opinión

Politiqueo en tiempos de tragedia

(Foto: malasombra).
Rafael M. Martos | Jueves 31 de octubre de 2024

Este miércoles, mientras las aguas revueltas de la DANA siguen arrastrando escombros y dolor en Valencia, aquí en Almería nos enfrentamos a una realidad que, aunque menos trágica en términos de vidas perdidas, ha dejado su huella con daños materiales cuantiosos y proyectos de vida truncados. Mientras tanto, en el Congreso de los Diputados, se escenificaba un espectáculo que hace que cualquier crítica parezca un mero ejercicio de retórica.

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Había sesión de control al Gobierno, y los temas, a poco que uno esté al tanto de lo que es actualidad, iban a tener a Begoña Gómez como protagonista, y junto a ella, toda sus colegas habituales... sí, los que nos ha contado la UCO a todos. Pero claro, la sesión de control debía ser suspendida en solidaridad con las víctimas de la DANA... como si los políticos fueran a meterse en el fango a rescatar personas y no tuviesen tiempo de hablar de estas cosas. Y sí, la sesión de control se suspende, pero no la votación de la reforma del consejo de administración de la RTVE... que debe ser urgentísima, y por eso no la aplazaron después de haberla sacado por decreto presidencial.

No puedo evitar sentirme abochornado al observar cómo el presidente del Gobierno, con su mejor cara de condolencias y pesar, se permitía votar telemáticamente justo cuando el país se encontraba sumido en la búsqueda de víctimas entre el barro y la desolación. ¿De verdad era necesariio votarla en un día así? En un día como este, donde las prioridades deberían ser claras y evidentes, la urgencia del momento se tradujo en una prisa desmedida para aprobar una reforma del Consejo de Radio y Televisión Española. Una reforma que, a todas luces, parece más un golpe de Estado encubierto que una necesidad real.

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Mientras el hemiciclo se llenaba de ausencias notables —PP y Vox optaron por desaparecer del mapa, porque o se suspende todo, o no se suspende nada— los votos favorables al PSOE, Sumar y sus aliados habituales se acumulaban como si nada estuviera ocurriendo fuera de esos muros. Junts, Bildu y PNV también estaban ahí, listos para repartirse el pastel. La imagen es dantesca: un parlamento que ignora la tragedia nacional para centrarse en cuestiones administrativas. ¿Es esto lo que hemos llegado a considerar como política?

¿Por qué había que suspender el control al Gobierno pero sí había que aprobar la reforma de la RTVE? ¿Qué es más urgente?

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Me da vergüenza hablar de politiqueo en un día como hoy. Pero no hablar sería aún más vergonzoso. Es increíble ver cómo los líderes políticos pueden cambiar de registro tan rápidamente; pasar del lamento por las víctimas a la gestión de sus propias cuotas de poder sin inmutarse. El mapa de los votos habla por sí mismo: Pedro Sánchez votando desde la India mientras las familias valencianas buscan entre los escombros a sus seres queridos.

En Almería hemos sido testigos también del paso destructivo de esta DANA; nuestros propios problemas materiales son reales y significativos. Sin embargo, lo que realmente me preocupa es cómo este tipo de actuaciones políticas nos alejan cada vez más como sociedad.

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Entre la indignación y la impotencia. La pregunta es: ¿hasta cuándo vamos a permitir que este tipo de comportamientos sigan siendo la norma? La urgencia debería estar en reconstruir lo perdido y apoyar a quienes sufren.


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