Este miércoles, mientras las aguas revueltas de la DANA siguen arrastrando escombros y dolor en Valencia, aquí en Almería nos enfrentamos a una realidad que, aunque menos trágica en términos de vidas perdidas, ha dejado su huella con daños materiales cuantiosos y proyectos de vida truncados. Mientras tanto, en el Congreso de los Diputados, se escenificaba un espectáculo que hace que cualquier crítica parezca un mero ejercicio de retórica.
Había sesión de control al Gobierno, y los temas, a poco que uno esté al tanto de lo que es actualidad, iban a tener a Begoña Gómez como protagonista, y junto a ella, toda sus colegas habituales... sí, los que nos ha contado la UCO a todos. Pero claro, la sesión de control debía ser suspendida en solidaridad con las víctimas de la DANA... como si los políticos fueran a meterse en el fango a rescatar personas y no tuviesen tiempo de hablar de estas cosas. Y sí, la sesión de control se suspende, pero no la votación de la reforma del consejo de administración de la RTVE... que debe ser urgentísima, y por eso no la aplazaron después de haberla sacado por decreto presidencial.
No puedo evitar sentirme abochornado al observar cómo el presidente del Gobierno, con su mejor cara de condolencias y pesar, se permitía votar telemáticamente justo cuando el país se encontraba sumido en la búsqueda de víctimas entre el barro y la desolación. ¿De verdad era necesariio votarla en un día así? En un día como este, donde las prioridades deberían ser claras y evidentes, la urgencia del momento se tradujo en una prisa desmedida para aprobar una reforma del Consejo de Radio y Televisión Española. Una reforma que, a todas luces, parece más un golpe de Estado encubierto que una necesidad real.
Mientras el hemiciclo se llenaba de ausencias notables —PP y Vox optaron por desaparecer del mapa, porque o se suspende todo, o no se suspende nada— los votos favorables al PSOE, Sumar y sus aliados habituales se acumulaban como si nada estuviera ocurriendo fuera de esos muros. Junts, Bildu y PNV también estaban ahí, listos para repartirse el pastel. La imagen es dantesca: un parlamento que ignora la tragedia nacional para centrarse en cuestiones administrativas. ¿Es esto lo que hemos llegado a considerar como política?
¿Por qué había que suspender el control al Gobierno pero sí había que aprobar la reforma de la RTVE? ¿Qué es más urgente?
Me da vergüenza hablar de politiqueo en un día como hoy. Pero no hablar sería aún más vergonzoso. Es increíble ver cómo los líderes políticos pueden cambiar de registro tan rápidamente; pasar del lamento por las víctimas a la gestión de sus propias cuotas de poder sin inmutarse. El mapa de los votos habla por sí mismo: Pedro Sánchez votando desde la India mientras las familias valencianas buscan entre los escombros a sus seres queridos.
En Almería hemos sido testigos también del paso destructivo de esta DANA; nuestros propios problemas materiales son reales y significativos. Sin embargo, lo que realmente me preocupa es cómo este tipo de actuaciones políticas nos alejan cada vez más como sociedad.
Entre la indignación y la impotencia. La pregunta es: ¿hasta cuándo vamos a permitir que este tipo de comportamientos sigan siendo la norma? La urgencia debería estar en reconstruir lo perdido y apoyar a quienes sufren.