Opinión

¿Con quién comió García Page?

(Foto: malasombra).
Rafael M. Martos | Miércoles 20 de noviembre de 2024

En la vorágine informativa que ha seguido a la devastadora DANA que asoló Valencia y parte de Castilla-La Mancha y Andalucía, parece que se ha establecido un curioso patrón: los muertos son más relevantes según el color político del gobernante. Mientras en Valencia se contabilizan más de 200 fallecidos y los medios no cesan de indagar en cada movimiento del presidente Carlos Mazón, en Castilla-La Mancha, donde siete vidas se apagaron, el silencio es casi sepulcral. ¿Acaso esos siete muertos no merecen la misma atención?

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Es innegable que la tragedia en Valencia ha sido monumental. La magnitud de la catástrofe ha dejado una estela de dolor e indignación, y es lógico que todos los ojos se posen sobre Mazón. Sabemos hasta con quién comió ese día y para qué, qué reuniones tuvo y cómo intentó gestionar la crisis. Pero, ¿qué hay de Emiliano García Page? El presidente socialista de Castilla-La Mancha parece haber encontrado un escudo mediático que lo protege de cualquier escrutinio. Nadie pregunta por su agenda en esos días fatídicos ni por cómo manejó las alertas meteorológicas.

La Agencia Estatal de Meteorología había emitido avisos claros y contundentes sobre el temporal que se avecinaba. Sin embargo, la respuesta institucional parece haberse diluido entre las sombras del olvido y solo se está escrutando la gestión de Mazón y su equipo. ¿Qué información llegó a los ciudadanos castellanos y manchegos? ¿Actuaron los servicios de emergencia con la diligencia necesaria teniendo en cuenta que la afectación fue mucho menor que en Valencia? Todo esto queda en el aire, mientras García Page disfruta de una especie de impunidad mediática.

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Es cierto que 200 es un número considerablemente mayor que 7, pero cada vida cuenta. Cada muerte evitable debería ser motivo suficiente para exigir responsabilidades a sus responsables políticos. Sin embargo, parece que el interés periodístico se ha enfocado casi exclusivamente en el desastre valenciano, dejando a los fallecidos castellanos y manchegos como meras estadísticas olvidadas.

El juego político está claro: si eres del PSOE, puedes comer tranquilo mientras otros son sometidos al escrutinio público. Quizás sea hora de preguntarnos si este doble rasero responde a una estrategia consciente o simplemente a la conveniencia informativa del momento. Y lo más alarmante es que ni siquiera se escucha un murmullo desde las filas del PP o Vox pidiendo cuentas a García Page.

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¿Con quién comió García Page? Y más allá de eso, había que saber que información le llegó, de dónde, y qué hizo a partir de ese momento. La respuesta sigue siendo un misterio envuelto en silencio y desinterés. Y ojo, no se trata con este comentario de atacar al presidente castellano, sino de ver si hay algo que aprender de él, algo de sus protocolos que pueda servirnos de ejemplo. Si es que lo hay.

Tal vez deberíamos empezar a exigir un poco más de respeto hacia esas siete vidas perdidas y dejar de lado el espectáculo político por un momento. Porque lo único que importa es recordar que detrás de cada cifra hay una historia humana desgarradora. Y eso debería ser suficiente para despertar nuestra curiosidad.

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