Opinión

Ojo con los bulos de la gripe

(Foto: malasombra).
Aixa Almagro | Sábado 23 de noviembre de 2024

Hoy quiero hablarte de algo que me preocupa y que, sinceramente, me toca de cerca. La gripe. Esa enfermedad que parece inofensiva, pero que, como un ladrón en la noche, puede despojar a nuestros mayores de su salud e incluso de su vida. ¿Sabías que las personas mayores de 60 años tienen un riesgo ocho veces mayor de sufrir un ictus o un infarto tras haber tenido gripe? Y no solo eso; cada año, alrededor de ocho niños mueren por culpa de esta maldita enfermedad. Es escalofriante, ¿verdad?

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Recuerdo una conversación con mi abuela en su casa del barrio de La Chanca, mientras tomábamos un café con leche y unas magdalenas recién horneadas. Ella siempre ha sido muy escéptica sobre las vacunas. “¿Para qué me voy a vacunar si nunca me pasa nada?”, decía, mientras yo intentaba explicarle que la gripe no es solo un resfriado más. Le conté sobre el riesgo que corría después de los 60 y cómo una simple inyección podría ser su mejor aliada para evitar complicaciones graves. Pero claro, ella se quedó con esa idea romántica de la medicina natural y con la creencia popular de que las vacunas son cosa del demonio.

Y aquí es donde entramos en el terreno pantanoso de los bulos y las leyendas urbanas sobre las vacunas. En Almería, como en cualquier otro lugar, hay quienes creen firmemente que vacunarse es una especie de conspiración. “¿Por qué te van a pinchar si ya estás bien?”, me decía mi amigo José el otro día mientras paseábamos por el Paseo Marítimo. Y no pude evitar recordar cómo hace unos años él mismo tuvo una gripe tan fuerte que casi lo deja fuera de combate durante semanas. A veces pienso que nos olvidamos demasiado rápido del daño real que puede hacer esta enfermedad.

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La vacuna contra la gripe es segura y efectiva. No es una poción mágica ni un remedio milagroso, pero sí es nuestra mejor defensa. Cada año, cuando llega el momento de pedir cita para ese pinchazo (que sí, puede ser molesto), me acuerdo de lo importante que es proteger a nuestros mayores y a los más pequeños. En mi familia hemos decidido hacerlo como una tradición: todos juntos vamos al centro de salud a vacunarnos y luego celebramos con unos churros en la Plaza Vieja.

Así que este año, cuando llegue el momento de decidir si pedir cita o no para esa inyección tan temida pero tan necesaria, espero que pienses en todo esto. Imagina a tu abuela, a tu madre o incluso a tus hijos; imagina lo mucho que valen para ti y lo fácil que sería prevenir algo tan devastador como un ictus o un infarto simplemente dándoles la oportunidad de estar protegidos.

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No dejemos que los bulos nos roben la posibilidad de cuidar lo más valioso: nuestra salud y la salud de quienes amamos. Así que sí, ¡vacúnate! Porque aunque parezca solo una inyección más en tu brazo, puede ser el escudo contra ese monstruo invisible llamado gripe.

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