Opinión

Juana Rivas y sus hijos

Aixa Almagro | Jueves 12 de diciembre de 2024

Hoy me siento como una ola rompiendo en la orilla, revuelta y llena de espuma. Y es que, como almeriense, no puedo quedarme callada ante el SOS lanzado por el hijo mayor de Juana Rivas. Su declaración sobre su padre, Francesco Arcuri, me ha dejado un nudo en la garganta y una inquietud en el pecho. ¿Cómo es posible que un niño tenga que convertirse en el portavoz del miedo y la desesperación?

[publicidad:866]

En nuestra tierra, donde los días son soleados y las noches se llenan de estrellas sobre el mar Mediterráneo, parece que hay historias que no deberían existir. Recuerdo a mi abuela contándome cuentos bajo la parra de uvas moscatel, donde siempre había un héroe que salvaba a los débiles. Sin embargo, hoy me doy cuenta de que esos héroes no siempre aparecen cuando más se les necesita.

El testimonio del hermano mayor me resuena profundamente. Conozco bien lo que es lidiar con la impulsividad y la ira; he visto cómo esas emociones pueden desbordarse como un torrente tras una tormenta en nuestras montañas. Mi propio padre, aunque nunca llegó a ser violento, tenía momentos de rabia incontrolable cuando algo le frustraba. Recuerdo una vez en la que rompió un plato porque no podía encontrar su chaqueta favorita antes de salir a trabajar. En ese instante, sentí miedo; no por mí, sino por él mismo. La impotencia de no poder calmarlo era abrumadora.

[publicidad:866]

Ahora imaginen lo que debe sentir un niño pequeño ante un padre incapaz de controlar su furia. La angustia del hermano mayor al lanzar este grito desesperado es un eco de tantas voces silenciadas en situaciones similares. En Almería, donde todos nos conocemos y las miradas son a menudo cómplices, es difícil pensar que estas cosas suceden detrás de puertas cerradas.

La valentía del hijo mayor al hablar sobre su situación es digna de admiración. No sólo está defendiendo a su hermano pequeño; está rompiendo el silencio que tantas veces se convierte en complicidad con el abuso. Me recuerda a una amiga mía que vivió algo parecido; siempre decía que “las palabras tienen poder”, pero también sabía lo difícil que era dar ese primer paso para hablar.

[publicidad:866]

Es fundamental que tomemos conciencia y actuemos como sociedad. No podemos permitir que estos gritos queden ahogados por el miedo o la vergüenza. Desde aquí, desde esta Almería tan nuestra, debemos alzar la voz por aquellos que no pueden hacerlo. Porque cada niño merece crecer en un entorno seguro y amoroso, lejos del temor.

Así que hoy lanzo mi propio SOS: ¡Despertemos! No dejemos pasar más tiempo sin hablar sobre lo inaceptable. Que este caso sirva para abrir los ojos a muchos otros problemas ocultos entre nosotros. Porque si hay algo claro es que nadie debería vivir con miedo dentro de su propia casa.

TEMAS RELACIONADOS:


Noticias relacionadas