En el Ayuntamiento de Almería volvió a surgir el tema de la Desbandá, esa tragedia que costó miles de vidas y que, hasta hace relativamente poco, era un hecho desconocido para muchos, sencillamente porque durante medio siglo fue algo silenciado, oculto, vergonzante. La Desbandá, como hoy sabemos, se refiere a la huida de miles de personas desde Málaga hasta Almería durante la Guerra Civil. Una huida precipitada por el miedo de malagueños y granadinos a las tropas fascistas sublevadas que amenazaban con su toma de la ciudad. El miedo era tal que la gente se lanzó a la carretera de la costa en una desesperada carrera por la supervivencia.
Escuchar al portavoz de Vox, Juan Francisco Rojas, justificar que esas personas murieron porque las tropas republicanas no las defendieron, es tanto como decir que la culpa es de la víctima. Es como esa broma macabra de "golpeó sus dientes contra mi puño" o "clavó su pecho en mi cuchillo". Este tipo de argumentos recuerdan al síndrome de la mujer maltratada, donde se culpabiliza a la víctima por su propia desgracia, porque "algo habrá hecho ella..."
Rojas, en su intervención, pareció obviar el hecho de que esas personas huían precisamente de la barbarie fascista. No se trataba de una huida sin motivo, sino de una desesperada tentativa de escapar de la brutalidad de las tropas sublevadas de Franco, que además bombardeaban desde el mar a los civiles indefensos. Culpar a las víctimas de su propio sufrimiento es, cuando menos, una crueldad innecesaria.
No se trata ni tan siquiera de apoyar a las tropas republicandas, ni de defender la II República, se trata de algo tan simple como reconocer la existencia de aquellas víctimas y dignificarlas, porque durante medio siglo, a las víctimas de la guerra que cayeron a manos de las izquierdas, se les homenajeó, se les pusieron calles, plazas, se les rindieron honores, y se les solventó la economía familiar a cargo del Estado... mientras a las víctimas del fascismo, en el mejor de los casos se les sepultó en el olvido, y en el peor, se les vilipendió a ellos y sus familias.
Además, Rojas cometió el error histórico de remontarse a épocas donde no existía España para argumentar sobre las guerras civiles, lo que resulta, cuando menos, anacrónico. Llamar guerra civil a conflictos anteriores a la existencia del Estado español es una muestra más de un argumentario historicista absolutamente desfasado -como el concepto Reconquista, que solo se incorpora como concepto histórico en el franquismo- y superado por la historiografía moderna.
Puedo entender que cada cual tenga sus posicionamientos y sus argumentaciones, pero el objetivo al hablar de la Desbandá debería ser, sencillamente, reconocer el dolor y la dignidad de todas esas personas que tuvieron que huir de sus casas por temor a la barbarie fascista. Decir que huyeron porque las tropas republicanas no los defendieron es desviar la atención de la verdadera causa: la amenaza de las tropas franquistas. ¿O si no de qué no les defendieron?
Es frustrante ver cómo, incluso hoy, se niega lo evidente y se retuercen los hechos para acomodarlos a narrativas que excusan lo inexcusable. Reconocer el sufrimiento de aquellos que tuvieron que huir no debería ser tan difícil. Pero parece que, para algunos, admitir la barbarie fascista sigue siendo un tema tabú.