Este año que comienza va a ser muy intenso. Este 2025 no contempla escenario alguno de convocatoria electoral; es decir es un año atípico, pues estamos acostumbrados a que a una campaña electoral le suceda la siguiente.
No obstante, y aunque no haya calendario electoral a la vista, esta circunstancia puede variar derivada del calendario judicial. Las corrupciones del caso Koldo y la inevitable contaminación o autoría intelectual del gobierno de Sánchez debería ser suficiente para forzar una necesaria reflexión sobre la indecencia de un gobierno que ya no se mantiene ostentando el poder, sino detentándolo con toda impudicia.
Las mentiras, los incumplimientos, la indecencia, la corrupción, el escarnio y la chulería son argumentos amortizados y asumidos por la clase política y los ciudadanos que ya hemos superado toda capacidad de sorpresa para aceptar ser gobernados, manipulados y engañados con los nuevos códigos, miedos y doctrinas que pretenden escalar un grado más en el proyecto de liquidación del actual modelo de sociedad y convivencia.
Se ha conseguido domesticar la sociedad mediante códigos que se enarbolan desde el discurso políticamente correcto y la emergencia climática. Sin embargo, estos estandartes sirven, además de identificar nítidamente al bobo solemne, para imbuirles el odio hacia el que piensa diferente. Así, les sacan irreverentes estampitas; les amenazan con el delito de odio; les persiguen acusándoles de proselitistas de ideologías periclitadas; les hacen sentirse culpables de la inmigración ilegal; les señalan como criminales climáticos… y, para acentuar el guerracivilismo, se inaugura con gran pompa y dispendio el Año Jubilar Franquista y el Parque Temático del Generalísimo: una gran aportación de la izquierda “progresista”.