Recuerdo cuando era pequeña y mis amigos y yo organizábamos "fiestas" en casa con música a todo volumen y bailes improvisados en el salón. Nos creíamos las reinas del ritmo mientras nuestros padres nos miraban con esa mezcla de ternura y preocupación. Ahora imagínate a Musk y Zuckerberg haciendo lo mismo, pero en lugar de bailar al son de "Macarena", están intentando encontrar la melodía perfecta para una danza política y social que tiene más giros que una montaña rusa.
Y mientras estos dos se preparan para su espectáculo, Meta acaba de anunciar su decisión de dejar atrás los verificadores externos y abrazar las 'notas de la comunidad'. Es como si decidieran dejar el control del tráfico aéreo en manos de los pasajeros. ¿De verdad? En un panorama político tan cambiante como el clima almeriense —que pasa de sol radiante a tormentón en cuestión de minutos— parece arriesgado confiar en las opiniones del público. Pero claro, esto es parte del juego: libertad de expresión por doquier, incluso si eso significa abrir la puerta a la desinformación.
La verdad es que no puedo evitar pensar en mi primo Antonio, quien siempre tiene una opinión sobre todo (y cuando digo todo, es todo). Si le dejáramos decidir qué información es válida o no, probablemente acabaríamos creyendo que las cabras vuelan. Y así estamos: confiando en "la sabiduría colectiva" mientras Trump se prepara para hacer su regreso triunfal a la Casa Blanca. ¡Menuda fiesta!
En Almería, donde el sentido común se mezcla con un toque de locura mediterránea, veo paralelismos claros. Aquí todos tenemos un amigo que asegura tener la receta secreta para el gazpacho perfecto; sin embargo, cada vez que lo probamos nos preguntamos si realmente está usando tomates o simplemente ha decidido experimentar con algo más exótico. Así está el panorama digital: cada uno aporta su ingrediente especial a la olla común y al final nunca sabemos qué nos va a tocar.
Así que aquí estoy yo, observando cómo estos gigantes tecnológicos se preparan para bailar mientras nosotros seguimos atrapados entre memes y noticias falsas. Tal vez deberíamos unirnos a ellos en esta fiesta caótica; después de todo, ¿quién no quiere ver a Elon y Mark moviendo los pies al ritmo del caos informativo? Quizás al final descubramos que bailar juntos podría ser la única forma de encontrar un poco de sentido entre tanto ruido.
Mientras tanto, seguiré disfrutando del sol almeriense y esperando que esta danza digital no termine en un tropiezo monumental. Porque ya sabemos cómo acaba una buena fiesta: con risas, anécdotas raras y algún paso mal dado… espero solo que no sea el último paso hacia el abismo.