Si pudiera elegir la ciudad en la que vivir, no dudaría ni un segundo: Almería. Pero no la Almería que muchos conocen, con su sol abrasador y sus playas de ensueño. No, me refiero a una Almería donde el verde no sea solo un color en las banderas andaluzas, sino una realidad palpable en cada rincón.
Recuerdo una tarde de verano, cuando mi amiga Ana y yo decidimos escapar del calor infernal y nos fuimos a pasear por el Parque de las Familias. En medio del bullicio urbano, encontramos un pequeño oasis: “¿Por qué no hay más lugares así en nuestra ciudad?”. El aire fresco entre los pinos era como un abrazo reconfortante que me decía que sí se puede vivir mejor.
El medioambiente está llamando a nuestra puerta con un megáfono y nosotros seguimos haciendo oídos sordos. Las políticas urbanísticas tienen que evolucionar hacia la creación de espacios verdes, porque, seamos sinceros, ¿quién no quiere salir a la calle y respirar aire limpio? En Almería, donde el desierto se encuentra tan cerca, necesitamos esos pulmones verdes más que nunca. Y no me refiero solo a unos cuantos parques; hablo de jardines comunitarios donde los vecinos puedan cultivar sus propios alimentos y compartir risas (y tomates).
Imagina una Almería llena de azoteas verdes, donde las plantas cuelgan como si fueran joyas colgantes. Podríamos tener huertos urbanos en cada barrio; mi abuela siempre decía que “la tierra es generosa”, así que ¿por qué no aprovechar ese potencial? Me acuerdo de cuando mi padre cultivaba tomates en el patio trasero; eran tan sabrosos que uno podía pensar que estaban hechos con amor. Esa conexión con la naturaleza es lo que nos falta hoy en día.
La idea de urbes 'ecosostenibles' debería ser una prioridad para nuestros políticos. No podemos seguir construyendo edificios grises sin alma mientras ignoramos el clamor por espacios verdes. Deberíamos exigir más áreas recreativas donde podamos disfrutar del aire puro y hacer ejercicio al aire libre. Ya lo dice el dicho: "Mens sana in corpore sano", y aquí en Almería tenemos todo para lograrlo.
Así que sí, dame aire porque quiero vivir plenamente. Quiero ver a mis amigos riendo en un parque lleno de flores, niños jugando sin miedo a la contaminación y ancianos sentados bajo la sombra de un árbol contando historias del pasado. Quiero sentirme viva en una ciudad que respira junto a mí.
En definitiva, si pudiera elegir cómo sería mi ciudad ideal, sería una Almería vibrante y verde, donde cada rincón invite a disfrutar del aire fresco y donde todos tengamos nuestro espacio para ser felices. Así que hagamos ruido, pidamos ese cambio y recordemos siempre: ¡dame aire!