Opinión

¡Viva la Croqueta!

(Foto: malasombra).
Aixa Almagro | Viernes 17 de enero de 2025

Ayer fue el Día de la Croqueta, y aquí estoy, con mi corazón (y mi estómago) rebosante de alegría. Porque, seamos sinceros, ¿hay algo más reconfortante que una croqueta bien hecha? En Almería, donde el sol brilla casi todo el año y las tapas son un arte, no podíamos dejar pasar esta celebración sin rendirle homenaje a este bocado divino.

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Recuerdo la primera vez que me atreví a hacer croquetas en casa. Era una tarde de domingo y yo, con la ilusión de una niña pequeña, decidí que era hora de conquistar el paladar de mis amigos. Armada con pollo sobrante del día anterior y un par de huevos, me lancé a la aventura culinaria. La cocina se convirtió en un campo de batalla: harina por todas partes, leche derramada y un olor que prometía ser delicioso... o desastroso. Al final, mis croquetas salieron crujientes por fuera y cremosas por dentro. Mis amigos se lanzaron sobre ellas como si fueran oro en barra. Desde entonces, cada vez que hay reunión en casa, las croquetas son el plato estrella.

Pero no solo yo tengo anécdotas sobre estas delicias. Mi abuela siempre decía que las mejores croquetas son las que llevan amor y paciencia. Y vaya si tenía razón. Cada vez que voy a su casa en Roquetas de Mar, ella me recibe con su famosa receta de bacalao. Mientras ella mezcla los ingredientes, yo me siento a su lado, escuchando historias familiares entre risas y trozos de pan. Es como si cada croqueta llevara consigo un pedacito de nuestra historia.

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En Almería, tenemos una gran variedad de croquetas: desde las clásicas de jamón hasta las más innovadoras con sabores como pimientos asados o incluso calabacín. El otro día fui al Mercado Central y vi cómo algunos puestos ofrecían croquetas gourmet que hacían volar la imaginación: ¡croquetas de pulpo! O esas otras rellenas de queso almeriense que te hacen querer quedarte allí para siempre.

Y es que la croqueta es mucho más que un simple aperitivo; es un símbolo de nuestra cultura gastronómica. Nos une alrededor de la mesa, nos hace reír y compartir momentos inolvidables. En cada bocado hay una historia, una risa o incluso alguna lágrima derramada (de felicidad o por haber comido demasiadas).

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Así que celebro este Día de la Croqueta no solo porque me encanta comerlas (que también), sino porque representan todo lo bueno que tenemos en Almería: tradición, creatividad y ese toque especial que le damos cuando cocinamos para quienes amamos. Así que levanto mi copa (de vino tinto almeriense) por todas las croquetas del mundo y por todas aquellas personas que se atreven a hacerlas en sus casas.

Y tú, ¿cuál es tu croqueta favorita? Si aún no has probado las mías… ¡te invito a venir a casa! Pero aviso: ¡puede haber guerra por los últimos bocados!

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