Opinión

¿Y si Bill Gates hubiera sido almeriense?

Aixa Almagro | Lunes 27 de enero de 2025

Cuando leí que Bill Gates, el cofundador de Microsoft, cree que hoy en día lo habrían diagnosticado con autismo, no pude evitar pensar en cómo la neurodiversidad se ha convertido en un tema tan relevante en nuestras vidas. En su autobiografía, 'Source Code', Gates comparte sus recuerdos de infancia, sus aventuras al aire libre y su pasión por la computación. Me imaginé a un joven Gates corriendo por los campos de Almería, entre la playa, los olivos y los almendros, mientras soñaba con líneas de código en lugar de con el fútbol o las fiestas del pueblo.

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Recuerdo que mi primo Miguel siempre fue un poco diferente. Desde pequeño, prefería construir maquetas de aviones a jugar al balón. A veces lo mirábamos con curiosidad, pero nunca pensamos que eso pudiera ser algo más allá de ser "el rarito" de la familia. Hoy, con toda esta conversación sobre la neurodiversidad, me doy cuenta de que quizás él también tenía su propio tipo de genialidad escondida. ¿Cuántos Miguels hay en Almería que podrían cambiar el mundo si solo tuviéramos la sensibilidad para ver más allá?

Gates menciona cómo sus padres lo apoyaron incondicionalmente. Eso me recuerda a mi abuela Rosa, quien siempre decía: "Cada niño tiene su don". Ella nunca dejó que nadie le dijera que Miguel era raro; al contrario, lo animaba a seguir construyendo sus aviones y explorando su mundo. Es una pena que no todos los niños tengan esa suerte. En nuestra sociedad aún hay tanto estigma alrededor del autismo y otras formas de neurodivergencia.

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La parte más jugosa del relato es cuando Gates habla sobre su adolescencia llena de aventuras y descubrimientos. Imagínate a un chaval como él en el Parque Natural de Cabo de Gata, observando las estrellas y pensando en algoritmos mientras los demás se bañan. ¡Qué romántico! Pero también muy realista: aquí en Almería tenemos esa conexión especial con la naturaleza que invita a la reflexión.

Y luego está el tema del divorcio con Melinda Gates. Él dice que es el error del que más se arrepiente. Eso me resuena profundamente porque muchas veces he escuchado a mis amigas hablar sobre relaciones fallidas y decisiones difíciles. La vida no es fácil ni para los genios ni para nosotros los mortales; todos cargamos nuestras propias cruzadas emocionales.

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Reflexiono sobre todo esto mientras bebo un café en una terraza almeriense bajo el sol radiante. La historia de Gates me hace pensar en cuántos talentos podríamos estar perdiendo por no entender mejor a nuestros jóvenes soñadores. Quizás deberíamos mirar más allá del diagnóstico y ver el potencial oculto detrás de cada peculiaridad.

En fin, si Bill Gates hubiera crecido aquí entre nosotros, tal vez habría encontrado inspiración en nuestras tierras áridas pero llenas de vida para crear algo aún más grande. O tal vez solo habría construido castillos en el aire como tantos otros jóvenes almerienses soñadores. Sea como sea, lo importante es recordar que cada uno tiene su propio código fuente esperando ser descifrado.

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