Opinión

El día que Almería decidió volar

(Foto: malasombra).
Aixa Almagro | Miércoles 29 de enero de 2025
Este pasado lunes, Almería se levantó con ganas de protagonizar su propia película de aventuras. No sé si fue el viento que soplaba con más ímpetu que un almeriense defendiendo la calidad de sus tomates, o si simplemente la ciudad quiso recordarnos que, aquí, hasta el clima tiene carácter. Pero lo cierto es que el día se las traía.

Me desperté con el sonido de las persianas sacudiéndose como si estuvieran en una discoteca de los 80. Mi madre, desde la cocina, ya había soltado su frase estrella: “¡Esto va a ser para más calor!”. Y no le faltaba razón, porque frío no hacía. Salí a la calle y, entre ráfagas que parecían sacadas de un túnel de viento, me di cuenta de que caminar en línea recta era misión imposible. Ibas para la panadería y acababas en el chino de la esquina.

[publicidad:866]

El viento no solo se llevó mi sombrero favorito (descansa en paz, compañero), sino también la paciencia de medio Almería. Mi amiga Laura, que trabaja en el Paseo, me contó que una ráfaga le arrebató un paquete de folios de las manos y los mandó directos a la Alcazaba. “Parecía una escena de Mary Poppins, pero sin la magia y con mucho drama”, me dijo entre risas, porque a todo eso, debía esquivar las obras, qeu a ver si duran lo que dicen, y no más.

Y hablando de la Alcazaba, ¿no les parece que este monumento, con tanto viento, parecía estar desafiando a la gravedad? Me la imaginaba diciendo: “Llevo siglos aquí, ¿y crees que un poco de aire me va a tumbar?”. Eso sí, los árboles de la Avenida Federico García Lorca no tuvieron tanta suerte. Algunos acabaron más torcidos que un chiste malo.

[publicidad:866]

Pero no todo fue caos. El viento también nos regaló momentos épicos. Mi primo Juan, por ejemplo, decidió que era el día perfecto para sacar su cometa en la playa de San Miguel. Lo que no calculó es que el viento lo levantaría a él más que a la cometa. “Pensé que iba a acabar en Melilla”, confesó después, todavía con la arena en el pelo.

Y es que, en Almería, hasta el viento tiene personalidad. No es un viento cualquiera. Es un viento que te abraza, te zarandea y te recuerda que, aquí, la vida nunca es aburrida. Un viento que, aunque te deje el pelo hecho un nido de golondrina, también te regala atardeceres de esos que parecen pintados por un artista loco.

[publicidad:866]

Así que, querido viento, aunque nos dejes los tendederos hechos un rompecabezas y nos obligues a perseguir bolsas de plástico como si fueran trofeos, seguiremos queriéndote. Porque, al fin y al cabo, eres parte de nuestra esencia. Y porque, después de un día como el lunes, nada sabe mejor que un café en el Cabo de Gata, viendo cómo las olas bailan al ritmo que tú les marcas.

Almería, tierra de sol, cine y, cómo no, de vientos con alma propia. ¿Quién dijo que el clima no tiene carácter?

TEMAS RELACIONADOS:


Noticias relacionadas