Opinión

La peligrosa simplicidad de Trump

Rafael M. Martos | Sábado 01 de febrero de 2025
Donald Trump, conocido por su estilo impetuoso y sus respuestas inmediatas a problemas complejos, ha vuelto a demostrar su falta de seriedad al autoproclamarse investigador y juez del reciente accidente aéreo en Estados Unidos. Falta de seriedad y falta de respeto a las víctimas, a los supervivientes, a profesionales que gestionan el tráfico aéreo, y a quienes están encargados de su investigación. Este comportamiento no solo es inapropiado para alguien que se presenta como figura de liderazgo, sino que también refleja una tendencia preocupante de simplificar lo intrincado y culpar siempre a los mismos actores.

Desde el inicio, Trump ha mostrado un patrón claro: ofrecer respuestas rápidas y simples a situaciones que requieren análisis profundo. En este caso, en lugar de dejar el trabajo a los expertos en aviación y a las agencias gubernamentales designadas para tales investigaciones, Trump ha optado por tomar las riendas, demostrando una vez más su tendencia a la autopromoción y a la simplificación excesiva.

La seriedad de un accidente aéreo exige un enfoque meticuloso, técnico y, sobre todo, imparcial. Sin embargo, Trump ha convertido este trágico suceso en una oportunidad para continuar con su narrativa de culpabilidad preestablecida. Siempre es el mismo culpable: "el otro", ya sea un gobierno extranjero, una empresa rival o algún grupo identificado como enemigo. Esta estrategia no solo desvía la atención de las verdaderas causas del accidente, sino que también alimenta una cultura de polarización y desconfianza. Que si Obama, que si Biden, que si sus políticas de inclusión de personas con discapacidad... cuando parece que lo primero que se ha filtrado es que un controlador hacia el trabajo de dos o tres, lo que no tiene por qué ser el motivo del accidente (o sí) pero demostraría que el problema es presupuestario.

Lo más alarmante es cómo esta actitud resuena con una parte significativa de la población, tanto en Estados Unidos como en Europa. La búsqueda de un líder que "se ocupe de todo" y que ofrezca explicaciones rápidas y simples, aunque erróneas, revela un infantilismo en la política contemporánea. La complejidad de los problemas modernos, ya sea en seguridad aérea, economía o política internacional, no puede ser abordada con la superficialidad que Trump demuestra.

Este infantilismo no solo perjudica la lógica y la racionalidad en la toma de decisiones, sino que también socava la confianza en las instituciones democráticas y en los procesos científicos y técnicos, porque esto no es nuevo, ya recordamso que el propio Trump animaba a tomar lejía para curarse del COVID19... algo que evidentemente no hizo él, ni nadie de su familia, como pasa con su afán de hacerse con Groenlandia, porque sabe que existe el cambio climático, y que derrite esa isla, que así se convierte en un paso futuro para embarcaciones mercantes.
La necesidad de que alguien "lo explique todo rápido y ya" es una invitación a la manipulación, a la desinformación y a políticas que, en el mejor de los casos, son inútiles y, en el peor, peligrosamente ineficaces.

Trump, con su actitud de "sobrarle todo" -volvemos a recordar que anunció en las primarias que cuando él fuera presidente, ya no haría falta votar más-, no solo se muestra como la respuesta simplista que algunos buscan, sino que también refleja una crisis más profunda en la capacidad de la sociedad para enfrentar la complejidad del mundo actual. Es hora de exigir más de nuestros líderes: análisis profundo, respuestas meditadas y, sobre todo, la humildad de reconocer que no todas las soluciones son inmediatas ni simples. La verdadera seriedad viene del reconocimiento de que, en muchos casos, la verdad y las soluciones están en la complejidad, no en la simplificación.
Es que suena todo esto tanto a cosas que ya hemos sufrido en la historia europea... que da vértigo.

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