Opinión

Cuando Google era bueno para Pedro Sánchez

(Foto: DALL·E ai art).
Rafael M. Martos | Viernes 07 de febrero de 2025

Pedro Sánchez ha encontrado un nuevo enemigo en su cruzada política: la "tecnocasta". El presidente del Gobierno español ha decidido plantarle cara a los tecno-billonarios, con Elon Musk en el centro de su diana. No es casualidad. Musk, además de ser el dueño de X (antes Twitter), se ha convertido en un referente incómodo para ciertos sectores políticos en todo el mundo, especialmente después de su papel en la victoria de Donald Trump en 2024, en cuya toma de poseión estuvo este magnate, pero también los CEO de Meta, Appel... y Google, incluso el chino de Tik Tok.

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Pero si Sánchez quiere erigirse en paladín contra la tecnocasta, tal vez debería revisar su propio historial de relaciones con los gigantes tecnológicos. Porque hubo un tiempo, no muy lejano, en el que Google era una empresa estupenda para él.

Recordemos que Google, junto con Telefónica e Indra, desarrolló de manera gratuita un software para Begoña Gómez, la esposa del presidente. Un software que luego ella registró a su nombre y que tenía previsto comercializar. Entonces, Google no era parte de ningún problema, sino más bien una empresa ejemplar dispuesta a colaborar con la Moncloa.

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Curiosamente, ahora que Google ya no le resulta útil porque decidió no continuar con el desarrollo del software familiar, pasa a formar parte de ese mundo de la "tecnocasta". ¿Por qué? ¿Porque ya no está sirviendo a los intereses del Gobierno... o de la familia? Si seguimos la lógica de Sánchez, habría que preguntarse si Indra y Telefónica también son tecnocasta "made in Spain". Al fin y al cabo, son las dos grandes compañías que controlan las comunicaciones y la tecnología en España. Pero, claro, aquí hay una diferencia fundamental: el Ejecutivo ha maniobrado para asegurarse el control de ambas con dinero público.

Indra, clave en la gestión de procesos electorales, ha sido objeto de una estrategia de control por parte del Gobierno a través de la SEPI. Telefónica, por su parte, ha recibido un refuerzo estatal con la entrada de la SEPI en su capital, asegurando así que sus decisiones no se alejen demasiado de los intereses de Moncloa. ¿Son tecnocasta? Pues si seguimos la propia definición de Sánchez, lo serían. Pero no las menciona porque las controla.

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La hipocresía es evidente. Cuando las grandes tecnológicas sirven a los intereses del Gobierno, son "socios estratégicos". Cuando dejan de hacerlo, se convierten en una amenaza para la democracia.

Google era bueno para Sánchez cuando facilitaba herramientas para su entorno. Ahora, en cambio, es parte de la "tecnocasta". Telefónica e Indra, que cumplen el mismo papel de monopolio tecnológico, no entran en la lista negra porque están bajo su control. Así de sencillo.

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El problema, para Sánchez, no es la tecnocasta, el problema es quién la maneja. Y Sánchez quiere asegurarse de que, en España, la tecnología siga estando al servicio del poder político que él representa.

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