A veces, la realidad política supera cualquier guion de sátira. Donald Trump, en su inagotable capacidad para transformar tragedias en oportunidades de negocio, ha encontrado una solución "brillante" para la crisis en Gaza: expulsar a los palestinos, anexionar el territorio a Israel y, una vez despejado el “problema”, reconstruirlo como un lujoso destino turístico. Sí, en la mente de Trump, la Franja de Gaza no es el epicentro de un genocidio, sino un lienzo en blanco donde se erigirá la nueva "Riviera de Oriente Medio".
Pero aquí viene lo realmente asombroso: según sus cálculos, los palestinos podrían ser reubicados en España. ¿La razón? Simplemente porque el Gobierno de Pedro Sánchez ha reconocido al Estado palestino. Es decir, si defiendes el derecho de un pueblo a existir, prepárate para recibirlos en tu casa.
La lógica de Trump no tiene desperdicio. Gaza, bombardeada sin piedad durante meses, ya no es habitable. ¿Solución? Expulsar a sus legítimos habitantes. ¿Y después? Anexionarla simbólicamente a Israel, pero no para que sus ciudadanos la disfruten, sino para que los amigos del presidente estadounidense—esos mismos que han construido torres doradas en el desierto y rascacielos con casinos—levanten allí un paraíso para millonarios.
Es un plan macabro: primero, una limpieza étnica. Después, un lavado de imagen. Y, por último, una reconstrucción al estilo Las Vegas, donde la arena de la devastación se transformará en playas privadas y hoteles de cinco estrellas. ¿Quién se atreverá a recordar que bajo esos cimientos hubo una vez hogares, escuelas, hospitales destruidos por misiles?
Ni Egipto ni Jordania aceptan la propuesta de alojar a los expulsados. No quieren ser cómplices de un nuevo desplazamiento forzado de palestinos. Pero Trump, en su burbuja de real estate geopolítico, sigue adelante, sin importarle la crisis diplomática que está generando incluso entre aliados tradicionales de Estados Unidos en la región.
Lo más escandaloso es que esta barbaridad se presenta como una solución. No como lo que realmente es: un crimen de lesa humanidad maquillado con promesas de prosperidad. Pero, claro, en el manual trumpista, la historia y los derechos humanos son detalles menores frente a la oportunidad de negocio.
La idea de que los palestinos sean reubicados en España porque su gobierno ha reconocido su Estado es, simplemente, delirante. Siguiendo esa lógica, cada país que defienda una causa justa debería asumir la responsabilidad de absorber a los perseguidos. ¿Reconoces el derecho del Tíbet a la autodeterminación? Prepárate para recibir a toda su población. ¿Condenas la invasión rusa en Ucrania? Entonces, todos los ucranianos deberían mudarse a tu país.
Es un insulto a la inteligencia y una demostración de hasta qué punto se ha degradado el discurso político internacional. Gaza no necesita convertirse en un resort de lujo, ni los palestinos necesitan ser despojados de su tierra para que Trump y sus socios hagan negocios. Necesitan justicia, necesitan reconstrucción, pero con ellos dentro, no como turistas forzados en un país al otro lado del Mediterráneo.
¿Qué sigue en esta espiral de despropósitos? ¿Una "solución final" con hoteles temáticos sobre la historia de Gaza, donde los turistas puedan “experimentar” la vida en un campo de refugiados antes de volver a sus suites con vista al mar?
Este es el nivel de cinismo al que hemos llegado. Y lo más inquietante es que, en este tablero de ajedrez donde Trump mueve sus piezas, los palestinos siguen siendo tratados como meros obstáculos para un proyecto que solo beneficia a unos pocos.
Es hora de despertar y llamar a las cosas por su nombre. No es un plan de paz. No es una reconstrucción. Es una expulsión masiva disfrazada de inversión. Y si no se detiene, el próximo "negocio inmobiliario" de Trump podría redefinir el concepto de impunidad a nivel global.
Lo que no deja de sorprenderme es que los terroristas de Hamas no hubieran previsto que un atentado tan cruel como el que perpetraron, iba a suponer una respuesta 10.000 veces peor contra el pueblo palestino al que dicen defender... y lo bien que le ha venido a sus enemigos... es como para echarle una pensada.