Un grupo de críticos dentro de Vox ha manifestado su descontento con la dirección actual del partido, exigiendo lo que han denominado una “refundación”. Esta demanda surge en medio de acusaciones sobre la falta de democracia interna y la creciente preocupación por el rumbo que está tomando la formación política.
Los disidentes sostienen que el partido ha perdido su esencia y que es necesario un cambio radical en su estructura y funcionamiento. Según sus declaraciones, la falta de participación activa de los afiliados en las decisiones clave ha llevado a una desconexión entre la cúpula y la base.
Entre las propuestas presentadas por los críticos se encuentra la necesidad de establecer mecanismos más transparentes para la toma de decisiones. Además, sugieren implementar procesos democráticos que permitan una mayor participación de los militantes en las elecciones internas.
Los detractores también han señalado que el partido debe reevaluar su estrategia política y comunicativa, argumentando que una renovación es esencial para recuperar la confianza tanto de sus miembros como del electorado en general.
A medida que estas demandas ganan visibilidad, algunos líderes de Vox han comenzado a reaccionar. Mientras algunos apoyan la idea de abrir espacios para el debate interno, otros se muestran reticentes a realizar cambios significativos.
Este conflicto interno podría tener repercusiones importantes para el futuro del partido, especialmente en un contexto político donde las expectativas ciudadanas son cada vez más altas respecto a la transparencia y la participación democrática.