Opinión

Amalia Román

(Foto: DALL·E ai art).
Juan Torrijos Arribas | Miércoles 12 de marzo de 2025

Amalia es una mujer de izquierdas a la que respeto y a la que me une una amistad de años. Lo manifestaba el pasado día ocho. Hay mujer a las que quiero y otras a las que respeto. Estas últimas están dentro del mundo de la política, y no son muchas las que se lo merecen. Miren por donde Amalia es una de ellas. Trabaja en el sector de la sanidad, hace teatro reivindicativo con un grupo de mujeres, y tiene tiempo para ser esposa y madre. Durante la feria la podrán encontrar en la cocina la caseta de Iu, lleva tanto tiempo en ella como las sillas y las mesas.

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No le gustó el artículo escrito en pasado día 8 de marzo, y como no se calla ni debajo del agua, y si tiene que dar un grito esté seguro de que lo oirá, me mandó un mensaje con su opinión. Creo que, si la analizamos no excesivamente diferente a la mía, pero reconocía que en el artículo no escribía sobre los machistas de derechas, políticos o empresarios, que han venido abusando de las mujeres, algunos todavía esperan sentencia judicial. Y no le voy a quitar la razón. Pero en estos días, y a ellos me refería, los nombres de Ábalos, Errejón y Monedero están en lo más alto de la épica sexual entre hombres y mujeres del pasado 8 de marzo. Con el agravante, y estará de acuerdo conmigo, de que han sido voces que, desde la llamada izquierda y progresía, han hecho del feminismo y de la defensa de la mujer su apostolado.

La realidad que hemos conocido del comportamiento de estos caballeros, quiera o no mi querida Amalia, ha marcado la jornada del día internacional de la mujer trabajadora, que es lo que se celebra ese día. Gritaron que los hay también en la derecha, y nadie lo pone en duda, pero la derecha nunca ha hecho del feminismo su gran bandera, se ha acercado a él llevado por cierta cobardía a la hora de enfrentarse al relato de la izquierda, que ya hemos visto como ha quedado. Lo que sorprende, lo que encocora, lo que cabrea es que sean ellos, Amalia, los caballeros del progresismo, los que sacaban la bandera el 8 de marzo, los que han demostrado que desde el púlpito ponían el grito en la defensa de la mujer, pero al final, lo que hemos conocido, es que no se creían nada de lo que estaban pregonando. Y se dedicaron a abusar de su poder en el partido, en la Universidad, el ministerio y allí donde tenían poder. ¿Qué se podría decir de estos abusadores? ¿Qué podemos pensar de estos políticos?

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Y lo grave es el silencio mantenido por las mujeres progresistas y de izquierdas que los acompañaban. Y eso aún tiene mayor delito. A Monedero lo han estado defendiendo durante un par de años, a Errejón unos cuantos meses, a la novia de Ábalos le hemos pagado todos los gastos. Estoy convencido de que Amalia Román no se hubiera callado, que habría dado a conocer lo que pasaba con los abusadores de su partido. Pero ella no estaba al frente de los mismos, Iu, Podemos, Sumar. Estoy de acuerdo en que aún le queda a la mujer mucho por lo que luchar, pero entiendo Amalia, que algunos mimbres del llamado feminismo progresista tendréis que cambiar. Y en ese cambio nosotros acompañaros.

Siempre tendrás mi respeto.

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