Y se lo tiene merecido. Me refiero a Cándido Conde-Pumpido. Le hemos visto en estos días en la tele y en la prensa y la cara del hombre era para tenerle algo de lastimica. Debe ser por la cercanía de la Semana de Pasión. Pobrete, mío. Daba la impresión de que lo está pasando mal, que anda subiendo por el camino de la amargura, y que le quedan algunas caídas por soportar. Qué malos somos los españoles. Él, que solo quiere el bien de los demás, y está viendo todos los días en la prensa como se pone en duda sus designios, sus escritos y las reformas, que, educadamente y con argumentos serios les hace a algunas sentencias, incluso del Tribunal Supremo. No podemos hacerle esto a este hombre, que, desde el tribunal constitucional, solo intenta mejorar la vida de unos seres humanos a los que la justicia española y casposa los ha cogido en un renuncio, una fuga, un delito, y él, justiciero divino donde los haya, viene a salvar con su tribunal en la mano.
¡A mí, Pedro que los arrollo!
Da la impresión que el arrollado puede ser él, si Europa no se deja engañar por el guapo de Pedro Sánchez. Le han perdido el miedo, señor Pumpido, y hasta los de Manos limpias se han permitido salir a los medios y comunicar que lo han denunciado en Europa; los medios lo maltratan, los comentaristas ya no lo defienden, ni siquiera los de su cuerda. Y para más inri, los jueces de Sevilla le han ganado la batalla. Y se lo tiene merecido. A nadie le da pena el hombre, con lo que está sufriendo en estos días. Imagino que, durante la semana grande, dirá en algún momento, ante el hostigamiento que viene recibiendo: Pedro, aparta de mi este cáliz de amargura. Y amargura le está dando el personal.
Tras las declaraciones en el Ateneo, me cuenta un amigo que le han cambiado el nombre a Dios, que a partir de este momento el nuevo nombre de Dios es: Pumpido. Un Dios Pumpido justo, un Dios Pumpido que nunca se equivoca, un Dios Pumpido que nos va a salvar del infierno. Si te metes con él y su tribunal, te estás metiendo contra la democracia, contra la infalibilidad de su persona y de su tribunal. Le oyes hablar, y solo puedes pensar que a este buen señor se le ha ido la olla, que no parece que esté en este mundo, o que se sienta y se vea, como me decía ese amigo, como el auténtico Dios al que debe adorar esta sociedad. Y su representante, su Pedro en la tierra sobre el que crea su iglesia, el hombre que rige nuestros destinos no se podía llamar con otro nombre: Pedro, y se apellida Sánchez. Pues eso.
Ya los tenemos a los dos. Con este par la mesa se nos cae cualquier día. Lastimica de Pumpido, pobre hombre, lo que está sufriendo, me lo van a crucificar un día de estos. Entiendo la cara que tenía en el Ateneo, en la misma estaba el rastro del sufrimiento que está viviendo por defender la ley que quiere Pedro.