Opinión

Diálogo de sordos

Juan Megino | Miércoles 23 de abril de 2014
En pura teoría, el debate parlamentario por excelencia en cualquier sociedad democrática, lo constituye el del Estado de la Nación, máxime, si como ha sucedido en esta semana en España, nos encontramos en el ecuador de la Legislatura.
Tenemos por delante, además, las elecciones europeas en el próximo mes de Mayo, que pueden llegar a convertirse en auténticas primarias, que sirvan, por un lado, al Partido Popular para conocer el verdadero estado de opinión ciudadana, alejados de las encuestas demasiado cocinadas en ocasiones, especialmente de sus más de diez millones de electores, que vienen analizando con lupa la trayectoria del Gobierno en los 2 años transcurridos, con el conjunto de medidas adoptadas, y por otro, al PSOE, para ir mostrando una alternativa de lo que puede ser su próximo programa electoral, defendido, quizás, por un candidato distinto del Sr. Pérez Rubalcaba, tras las primarias de su Partido.
En este sentido, el líder del PSOE, ha perdido una magnífica oportunidad para haber ofrecido su alternativa para mejorar la situación social y económica de España, sobre todo, tras haber hecho una descripción casi apocalíptica de la situación actual, que de ser cierta, la conflictividad social sería infinitamente mayor, y ello pese a reconocer la enorme gravedad del paro que nos agobia a todos, y seguro que también al Gobierno.
La descripción de la situación en que nos encontramos, ha estado tan alejada del uno con respecto al otro, que al final el Debate ha resultado un diálogo para sordos que a casi nadie ha convencido. Ni estamos tan bien como parecía sugerir el Sr. Rajoy, ni tan mal como pregonaba el Sr. Pérez Rubalcaba.
Cuando un Debate sobre el Estado de la Nación se convierte en un inmenso mitin de 2 días de duración, insufrible para muchos, y que además termina sin ninguna conclusión positiva sobre por donde debemos andar en el futuro, la impresión es que hemos asistido a una pura formalidad, sin vocación de ser útil a la sociedad.
Mención especial merece el resto de la oposición, fundamentalmente la izquierda radical y, en parte los nacionalistas, con planteamientos de modelos políticos absolutamente superados, pero que producen amplísima preocupación, si, como pretenden, su objetivo último es sumar fuerzas para Gobiernos futuros de varios Partidos, en el caso de que el PP no vuelva a conseguir mayorías absolutas.
Ejemplo de dispersión lo ha dado la Izquierda Plural que ha tenido que repartir su tiempo de exposición con 3 portavoces, en una competencia de radicalidad que asusta a los que nos consideramos moderados.
En definitiva, una oportunidad perdida para ofrecer a la sociedad española una panorámica razonablemente objetiva que nos ayude a seguir teniendo esperanzas en el futuro. En este sentido, ninguno puede decirse que haya triunfado en el Debate.

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