Opinión

Ciudadano Juan Carlos

Juan Megino | Domingo 22 de junio de 2014

Reconozco que la expresión no es de mi propia cosecha. La he tomado de unas declaraciones en rueda de prensa del padre de la patria, Sr. Cayo Lara, que, pese a no ser uno de mis autores preferidos, me ha dado pie para opinar de una cuestión en candelero durante estos días.

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Con esta manifestación, el Sr. Cayo Lara, pretende que nuestro recién abdicado Rey, Don Juan Carlos de Borbón, pase a estar desprovisto de cualquier tratamiento favorable, esto es, como cualquier otro ciudadano, en un próximo aforamiento, actualmente debatiéndose en las Instituciones competentes para su aplicación al Rey, que lo ha sido de España durante los últimos 38 años. Ese posible aforamiento, en ningún caso, supondría impunidad, sino que se trataría de una seguridad jurídica con determinadas garantías procesales, llegado el hipotético caso. Independientemente del sectarismo que destila el Sr. Cayo Lara, por otra parte respetable, en tanto en cuanto él y su Partido o Coalición respete la opinión de los demás y el orden establecido, parece innecesario recordarle, en este sentido, que la abdicación del Rey ha sido aprobada por casi el 90% de los parlamentarios, tanto del Congreso como del Senado, lo que legitima posteriores decisiones que garanticen dicha seguridad jurídica. Se dice, y es verdad, que la democracia se asienta en el respeto a las minorías pero la realidad es que, siempre y en todo lugar, gobiernan las mayorías. Por su aportación a la estabilidad del país, por los servicios prestados tras tantos años de Reinado, pareciera razonable, llegado este momento, que tuviera un tratamiento diferencial en su merecido y voluntario retiro. La Transición, tras muchos años de dictadura, que culminó con una Constitución refrendada mayoritariamente por los españoles en 1978, sólo fue posible por las renuncias de unos y otros, fruto de la generosidad o de los intereses del momento, pero se alcanzó el consenso, entre otros con el Partido Comunista, a la sazón dirigido por el Sr. Carrillo, con aceptación explícita de la Monarquía parlamentaria y algunos símbolos, como la bandera. Entonces, y ahora, interesaba más la estabilidad y la paz que el modelo de Gobierno. A algunos parece fallarles la memoria o tienen amnesia interesada. Si a todo ello, unimos que en España hay más de 10.000 aforados, entre otros el Sr. Cayo Lara, no parece de recibo plantear tantas reticencias con respecto a la figura del Rey. Mientras tanto, Felipe VI, nuestro nuevo Rey ha sido entronizado con la brillantez y la normalidad que eran previsibles, y con una aceptación masiva de los españoles, manifestada efusivamente por las calles de Madrid. A partir de ahora, hay que desearle muchos éxitos en su Reinado que sólo será posible con la colaboración leal de los dos grandes Partidos, especialmente en los temas de Estado que en la cabeza de todos están. Los españoles aspiramos a convivir en paz, como lo hemos venido haciendo durante todos estos años, gracias, entre muchos otros al Ciudadano Juan Carlos.