Javier A. García | Lunes 29 de septiembre de 2014
Se puede engañar a algunos todo el tiempo y a todos algún tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo. La vieja sentencia de Abraham Lincoln recobra toda su vigencia si la trasladamos al actual gobierno de la Junta de Andalucía, presidido por una señora tan entregada a la falsedad permanente como doña Susana Díaz. No hay aspecto o cuestión de relevancia para los andaluces en el que la presidenta no haya faltado a la verdad o maniobrado para hacer pretender pasar una cosa por lo que no es. Y es que la mentira compulsiva conduce a quienes se refugian en ella a una especie de bucle del que se niegan a salir, pues acaban confundiendo su verdad inventada con la realidad. Fijémonos por ejemplo en la insistente proclamación de transparencia y honestidad que hace un día tras otro doña Susana Díaz. En el último debate sobre el estado de nuestra Comunidad se vanaglorió repetidas veces de ser la quintaesencia de la claridad y la limpieza política de Andalucía. Decía que a ella no le temblaría la mano en hacer pagar a los que hayan podido cometer o autorizar irregularidades (es decir, todos sus compañeros de máximo nivel en la Junta de Andalucía empezando por sus predecesores Chaves y Griñán) y que quien la haya hecho acabaría pagándola. Todo eso es admirable y queda muy bien en los titulares de su canal propagandístico personal, pero no son más que una sarta de mentiras. Lo diré otra vez por si no se me ha entendido: una sarta de mentiras fácilmente demostrable. Lo digo porque desde el Partido Popular llevamos tres meses solicitando en el Parlamento Andaluz un Pleno monográfico sobre la corrupción en los ERE y los fraudes en los cursos de formación que, por cierto, están investigando los jueces. Pues bien, la pasada semana el gobierno (PSOE-IU) que preside la campeona de la transparencia y la nitidez volvió a negarse al debate. Votos de perdedores que, sumados, ocultan y tapan a los andaluces la posibilidad de esclarecer esta vergüenza. Hasta seis veces se han aliado PSOE e IU para impedir que el máximo órgano democrático de los andaluces aclare estos presuntos delitos y todas estas miserias que son la raíz del estado de ruina que padece Andalucía. Y son precisamente Susana Díaz y gente como ella quienes, alardeando de decencia, no dudan en urdir tramas para saquear los recursos públicos de los andaluces y en maniobrar para favorecerse de los resortes democráticos de un sistema que, con su comportamiento, están poniendo en grave riesgo. Lo dicho: es imposible que esta gente siga engañando a todos los andaluces por más tiempo.
Noticias relacionadas