Juan Megino | Domingo 02 de noviembre de 2014
Hay pocas dudas de que durante los Gobiernos del Sr. Rodríguez Zapatero, España había ido perdiendo prestigio internacional. Sus continuos devaneos populistas con distintos Gobiernos con el esotérico objetivo de la “ Alianza de Civilizaciones”, nos fue alejando cada vez más de los verdaderos países influyentes, lo que sin duda, nos hizo ir perdiendo posiciones relevantes en un mundo totalmente competitivo.
Es evidente que con la llegada al Gobierno del PP y tras importantes sacrificios de toda la sociedad, hemos logrado recuperar solvencia y, lo que es más importante, la confianza en nuestras Instituciones. Ahí está la reciente elección como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU para los dos próximos años, rodeado de los países más ricos e influyentes del mundo. Empresas españolas están construyendo importantísimas infraestructuras en muchos países, en competencia con toda clase de multinacionales en todos los campos de actividad haciendo Marca España.
Mientras que esto sucede simultáneamente, en nuestro país estamos verdaderamente enlodados con una gravísima enfermedad llamada corrupción instalada a todos los niveles. Instituciones, Partidos políticos, afectando a muchos personajes de especial relieve y peso específico, sindicatos de clase, patronal, cajas de ahorros, club deportivos, etc. están protagonizando escándalo tras escándalo, contemplados desde la sociedad con auténtica vergüenza, situación que, si no es atajada con prontitud, puede poner en gravísimo riesgo nuestro sistema democrático, el que nos dimos los españoles en la Constitución de 1978 y con la cual hemos vivido en paz y bienestar durante todos estos años.
Ha llegado la hora, y quizás sea demasiado tarde, de que los partidos españoles hegemónicos se apresten con absoluta urgencia a aprobar medidas regeneracionistas de la vida pública, de obligado cumplimiento para todos los Partidos políticos, que ayuden a recuperar la confianza perdida.
No es de recibo contemplar los debates arrabaleros de nuestros representantes políticos restregándose sus respectivas inmundicias por la cara, pero sin atreverse a tomar medidas ejemplares que estimulen a los ciudadanos.
El desencuentro de PP y PSOE en este tema, no solo traerá nefastas consecuencias para ellos, sino también para el único sistema democrático que garantice un futuro estable.
El resto son aventuras que no sabemos a dónde nos llevaran, pero seguro que no nos harán más fuertes y creíbles y, desde luego, la Marca España, si es que todavía queda algo de ella, no se enriquecerá con este clima que, hoy por hoy, parece que nos convierten en el ranking de la corrupción en uno de los países punteros del mundo.
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