Opinión

A vueltas con los mensajes subliminales contra el empleado público

Juan Fernández Cabezas | Jueves 20 de noviembre de 2014








En un reciente artículo de prensa el Ayuntamiento de Almería, o mejor dicho, sus dirigentes políticos, volvieron a la carga sobre los muchos y mal intencionados tópicos de los funcionarios. En esta ocasión, fue el turno del control horario al que tienen que ser sometidos los empleados del Consistorio para evitar el escaqueo.

En dicho artículo se vanaglorian de que, desde la llegada del PP, este y otros muchos ayuntamientos, comenzaron esa lucha contra los “empleados vagos”. Lucha estéril, a mi modo de entender, pues lo importante quizás no sea el tiempo que estás sino como se aprovecha ese tiempo. Un hecho que podríamos llamar “valoración del desempeño”.

Puedo compartir parte de la argumentación esgrimida sobre la utilidad y ahorro que supone el sistema para cuantificar la jornada, los descansos o vacaciones, entre otros, pero, sobre el resto de cuestiones, no sólo estoy en desacuerdo sino que “aborrezco el mensaje”.

En sentido contrario, se podría argumentar que estos relojes sólo son la muestra clara y evidente de la incapacidad política de dirigir o la ausencia de gestión y dirección política. Muchos asesores y directores de Área que pululan por dependencias municipales, unido al maniqueísmo de la vida pública, pudieran ser causa suficiente de desmotivación funcionarial, en este y esos muchos ayuntamientos que, al parecer, con la misma excusa, han implantado sistemas de control.

Por tanto, no es el hecho en sí, sino la forma en cómo se justifica que es totalmente inaceptable, pues pareciera que cualquier excusa es buena para darles un palo a los empleados públicos y desacreditarlos frente a la ciudadanía. Por el contrario, los empleados públicos son los garantes de la Sociedad del Bienestar y de la imparcialidad e independencia de la Administración frente al ciudadano que es, al fin y al cabo, a los que nos debemos unos y otros.

El proceso de estigmatización al que han sido sometidos los empleados públicos, aumentado con la crisis, tiene efectos perniciosos, no sólo para los servidores públicos en general, sino para el propio sistema público pues, alienta los deseos privatizadores de los servicios, en unos casos y, en otros, únicamente sirve para justificar la mala gestión política, cuando no, la concesión a los “amiguetes” de los servicios que supuestamente no hacen bien los funcionarios. Debemos recordar que, aunque justificaciones hay muchas, actualmente en esta España nuestra el sistema de gestión política de la Administración que parece tomar auge es la corrupción. Y es la corrupción política, que no la funcionarial, la que impera o, al menos, la que más suena por pocos que sean los corruptos.

Dado es así, que desde CSIF hemos emprendido campañas específicas y generales para la dignificación del empleado público y para que la ciudadanía tenga otra visión: la positiva, la buena, la real y la que, por lo general, es de vital necesidad para la convivencia ciudadana.

Así pues, señores gobernantes municipales, autonómicos y nacionales dedíquense a gestionar con honradez y alcen la voz para proclamar la honradez y la honestidad de la vida pública en general, gritando con la misma fuerza y denunciando los casos concretos de aquellos que se dedican, de una forma u otra, a mancillar las instituciones.

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