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No hay vida sin agua
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(Foto: malasombra)

No hay vida sin agua

viernes 10 de enero de 2025, 15:35h

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No es un tópico. No es un invento. Es una verdad ineludible, indiscutible. Tremenda. No sirve de nada esconder la cabeza, la negatividad es doblemente responsable, por responsable y por negativa, por intentar ocultar una realidad lacerante. Aunque en el futuro alguien fuera capaz de inventar una cápsula capaz de sustituir la necesidad de agua en el cuerpo humano, harto difícil porque haría falta agua para elaborarla, pero aunque así fuera ¿de dónde sacarán para acabar con la tierra reseca y resquebrajada? ¿Con qué regarán las plantas para producir alimentos? ¿Con qué mantendrán la dichosa y discutible I.A.? ¿Cómo mantendrán los árboles, los arbustos, las flores para producir oxígeno? ¿O crearán otra pastilla? ¿Repartirán pastillas a las abejas para continuar con la polinización? ¿Se las darán a las vacas, a los cerdos, a las liebres, a los felinos, a los animales para conservar su existencia? No. Es necesario convencerse: sin agua no hay vida. Siempre ha habido muy poca agua potable, pero cada vez queda menos. Y menos va quedando “gracias” a los artificiales inteligentes creadores de la ¿inteligencia? artificial, más artificial que inteligencia, y los miles de Hm3 de agua dulce necesarios para su funcionamiento.

¿Dónde está la inteligencia?

Los “inteligentes” amos del mundo, como son los que más dinero tienen, que ellos, ciento treinta, reúnen en sus manos más del noventa y cinco por ciento de total del numerario, terrenos, posesiones, en definitiva: riqueza de todo el mundo, se creen más inteligentes por haber alcanzado ese poder —Si fuera más listo sería Ministro, pero si tengo esto no seré muy tonto. Valoraba un empresario el coeficiente y terminaba con estudios, análisis y psicólogos de todo tipo. Pues así, tan superdotados personos (y personas) se consideran capaces y con todo el derecho de reducir la población mundial y convertir el resto en sus esclavos. Para eso no hace falta el dinero, que por eso deberá seguir oculto, escondido en las cajas fuertes de sus bancos, para acabar también con los bancos centrales, que tampoco serán necesarios. Será el momento de vivir y disfrutar sin producir, cuando cuenten con una corte pequeña pero eficaz, modesta, fiel, sumisa; o quizá ni eso: que esa corte podría reproducirse y los robot son programables, se podrían hacer duraderos pero programar su obsolescencia. O no. O serán los robot quienes programen la obsolescencia de sus creadores-propietarios, porque faltará el agua para mantener se funcionamiento y por tanto su servicio. Porque sin agua no podrán recoger, pero ni siquiera sembrar lechugas.

Otra vez el agua.

Otra vez los amos del mundo, tan “inteligentes” ellos, se olvidan de lo mejor.

Otra vez los dirigentes-presidentes-buenos-vendedores, aseguran proponerse convertir Andalucía en un grandísimo huerto florido, todo en regadío. Y no le preocupará vaciar los acuíferos, primero, y luego las corrientes. Y secarlo todo para regar valles y montañas. O para fabricar hielo, como si el hielo, por muy artificial que sea, saliera del aire.

¡Hay que ser ignorante! Ignorante o malintencionado. O ambas cosas.

Sigan regando la mierda de las minas con agua y luego arrójenla al Guadalquivir juntas. El agua y la mierda. A ver cuantos años dura el Río Grande antes de convertirse en una enorme cloaca, una lacerante réplica, una lamentable copia, un burdo remedo magnificado del Río Tinto.

Continúen. Sigan. A ver si sus hijos, todo lo más sus nietos, no son ahogados por ustedes en su propia mierda. La que ustedes están fabricando.

Rafael Sanmartín

Estudió Filosofía y Marketing y es especialista en Historia. Ha trabajado en prensa, radio y TV. Obtuvo el premio 'Temas' de relato corto por El Puente (1988), así como el '28-F' (2001), por La serie La Andalucía de la Transición, emitida por Canal Sur Televisión. De su producción literaria cabe destacar: El País que Nunca Existió (1977), El Color del Cristal, novela (2001), La Importancia de un Hombre Normal, que narra la biografía de Blas Infante, (2003), Historia de Andalucía Para Jóvenes (2005), Grandes Infamias (2006) y De Aquellos Polvos... La Autonomía y sus orígenes históricos (2011) Para el autor "la Historia es el espejo donde podemos vernos y conocernos, aunque, como está escrita por los vencedores, debe analizarse con espíritu crítico para poder interpretarla".