Noños Constitucionalistas

En los últimos tiempos, la política española se ha convertido en un escenario de tensiones crecientes y descalificaciones mutuas. En este contexto, resulta alarmante observar cómo algunos dirigentes, como Juan Francisco Rojas, presidente provincial de Vox en Almería, recurren al despectivo término "noños constitucionalistas" para referirse al Partido Popular, que, desde su perspectiva, ha abordado en clave constitucional las acciones contra el pacto entre el PSOE y Junts para la investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno.

Lo primero que llama la atención es la inclinación de Vox hacia el insulto y la confrontación, contrastando con su propia sensibilidad alegada en otros ámbitos. Quejándose de acosos en su sede, no dudan en acosar a otros en la suya; alardean de una piel fina cuando se sienten etiquetados como extrema derecha, pero no vacilan en tildar de veletas naranjas o derechita cobarde a aquellos que no comparten sus posiciones incluso estando próximos, asi que a partir de ahí lo que le dicen a la izquierda supera la descalificación para rozar lo delictivo.

Ahora, lo que parece aún más incomprensible es su rechazo a que las acciones se planteen en clave constitucional, abogando en cambio por una perspectiva “nacional” que, según ellos, preserva la "nación". Pero, ¿no es acaso la Constitución el pilar que sustenta la identidad nacional? ¿Acaso no son las reglas constitucionales las que definen el juego democrático?

Para ilustrar esta cuestión, podemos recurrir a un símil deportivo y taurino, que seguro eso les resulta más familiar que la democracia. La política, al igual que el fútbol, requiere de reglas compartidas para evitar el caos. Imaginemos a un equipo de fútbol en el que cada jugador decide las reglas por sí mismo, ignorando el reglamento común. ¿Qué ocurriría? El caos, la confusión, la falta de cohesión y, en última instancia, la imposibilidad de jugar un partido que tenga un sentido para todos.

Lo mismo ocurre con la política. La Constitución es el reglamento común que garantiza la coherencia y la estabilidad en la convivencia democrática. Sin este marco, nos adentramos en el terreno resbaladizo del conflicto constante, donde cada actor interpreta y aplica las reglas a su conveniencia. Así, el menosprecio de Vox hacia aquellos que defienden la Constitución no solo ataca a sus adversarios políticos, sino también a la esencia misma de la convivencia democrática.

Podríamos también comparar este fenómeno con la tauromaquia, donde existen reglas precisas que definen el arte y el respeto hacia el toro. Si despojamos a este evento de sus reglas, transformándolo en un acto arbitrario de tortura, perdemos la esencia y la legitimidad del espectáculo.

La diferencia entre dar patadas a un balón y jugar al fútbol, entre torturar a un toro y practicar tauromaquia, es la existencia de reglas aceptadas y respetadas por todos los participantes. De manera análoga, en política, la Constitución desempeña ese papel de reglas que todos deben conocer y respetar para evitar la deriva hacia la confrontación constante. Son las reglas las que definen el juego, es la Constitución la que define la “nación”

Por tanto, la crítica de Vox a los "noños constitucionalistas" no solo revela que se posicionan bajo la bandera vista en las manifestacionens de Madrid que ponía “La Constitución destruye la nación” sino que es un ataque a quienes defienden la Carta Magna, y también una amenaza a la estabilidad y cohesión de la sociedad. La política, al igual que el deporte y otros ámbitos de la vida, necesita reglas comunes para garantizar la convivencia pacífica y el respeto mutuo. En lugar de descalificaciones y desdén hacia la Constitución, sería más constructivo abogar por el diálogo y la búsqueda de consensos dentro del marco democrático que todos compartimos.