Escuchar al secretario general del PSOE de Almería, José Luis Sánchez Teruel, decir que está feliz por los resultados electorales es ejemplo paradigmático de quien no se ha enterado de nada. Vamos, que no se ha enterado de ni lo que pasa fuera, ni de lo que pasa dentro de su casa. Y no es el único.
El PSOE en Almería en el Congreso mantiene dos diputados y pierde un punto, que supone unos 3.500 votos. En fin, como para alegrarse mucho no parece, y tampoco si lo comparamos con las municipales, que habrían perdido entonces cinco puntos y casi 6.000 votos; y si la comparativa es con las autonómicas, la pérdida es de cuatro puntos y los votos ganados en este caso, unos 300.
Pero si observamos el dato andaluz, resulta que si ya José Antonio Griñán logró el peor resultado socialista en la historia, Susana Díaz logró arrebatarle ese honor y ahondar todavía más, y por si fuera poco, en estas generales, el PSOE andaluz vuelve a cavar su suelo.
En las generales de 2011 el PSOE tenía 25 escaños con 1.594.893 votos, el 36,6% de las papeletas, y ahora está en 1.400.399 que es el 31,53% y suponen 22 escaños en Madrid, y eso, es un descenso. Y si por medio metemos las autonómicas de este mismo año, el PSOE tenía el 35,43% y 1.409.042 votos, vemos que la caída sigue.
La vez la felicidad del líder almeriense sea por los datos a nivel estatal… quizá bajar de 110 a 90 escaños sea una buena noticia para él, lograr el mínimo histórico en votos, porcentaje y diputados será entonces algo positivo desde su punto de vista. Quizá valore las posibilidades de ser investido que tiene Pedro Sánchez si ERC, DL y Bildu le dan apoyo junto a los Podemos… y a gobernar con ellos. Por cierto, basta mirar cómo le ha ido al PSOE en aquellos sitios donde han pactado con los morados para prever qué pasaría si se produjera algo similar a nivel estatal.
O, en sentido contrario, quizá el jefe de los socialistas almerienses entienda como “feliz” no las investidura de un presidente socialista si no la de permanecer cuatro años en la oposición y con Podemos minándole el terreno.
La satisfacción de Sánchez Teruel tiene que ver probablemente con que al PP le haya ido a peor, pero eso es como quien prefiere quedarse ciego con tal de que su enemigo pierda un ojo.
Al PP le ha ido muy mal, cierto, pero desde luego mejor que al PSOE. Se ha dado un batazo en las generales, sí, pero es el partido más votado tras cuatro años de recortes, y tiene la mayoría absoluta en el Senado para bloquear un hipotético gobierno alternativo.
A nivel andaluz, si se compara con los resultados de 2011, los populares caen de 33 a 21 escaño, pero salvan la cara con un dato objetivo: PP y PSOE están a un solo escaño de diferencia. Otro dato más, los de Juanma Moreno han subido en votos desde las autonómicas y casi tres puntos, mientras los socialistas han bajado.
Si provincializamos, el PSOE logra más escaños que el PP en dos provincias –Sevilla y Jaén- y el PP en Granada y Málaga, en las demás hay empate técnico.
Se repite el diagnóstico objetivo, el PP no tiene nada de qué presumir, pero lo del PSOE es aún peor, y sólo quienes se sientan a debatir en una tertulia en un plató de Madrid pueden errar mirando los colores de los mapas electorales.
En el caso de Almería, el Partido Popular logra 117.407 votos, lo que supone el 38%, cuatro años después de haber logrado 180.249, el 57,6%, quedándose en dos diputados de cuatro que tenía. El PSOE mantiene sus dos representantes, pero baja de 93.495 votos y el 29,88% a 28,84% y 89.022 sufragios. Si hacemos la comparativa con las autonómicas de este mismo año, observamos que el PP ha mejorado, ya que tuvo 99.917 votos que suponían el 37%, y el PSOE aumenta en votos pero baja en porcentaje, 88.709 y 32,84% respectivamente.
Es curioso que los partidos nuevos son aquellos a los que menos votos les ha costado cada escaño, precisamente aquellos que se quejan de que lo difícil que se lo pone la actual ley electoral. Y es que cada uno cuenta la feria según le va en ella.
Dice el líder del PSOE de Almería, que el resultado demuestra que la gente pide “cambio”. Ahora bien, quien no va al médico por que no detecta los síntomas de su enfermedad puede cambiar, de sano a enfermo, y luego puede cambiar aún más, de vivo a muerto.