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“Piel Fina”: el cortometraje del Observatorio vasco que escenifica el acoso laboral para mejorar su visibilidad social

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Desde hace varios años circula una frase (que incluso ha tenido su plasmación en un célebre anuncio de coches) que se atribuye al genio físico alemán, Einstein, como una de sus citas más célebres: “Locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes”. Hoy se sabe a ciencia cierta que es completamente ... Leer más

Desde hace varios años circula una frase (que incluso ha tenido su plasmación en un célebre anuncio de coches) que se atribuye al genio físico alemán, Einstein, como una de sus citas más célebres: “Locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes”. Hoy se sabe a ciencia cierta que es completamente apócrifa, no hay ni un solo dato que permita atribuirle esta afirmación. Ahora bien, la enorme sabiduría que ella atesora bien hubiera merecido que fuese del gran científico del siglo XX. Y, desde luego, en el ámbito preventivo para la evitación de accidentes de trabajo y enfermedades debidas a éste, tanto clásicas (vinculadas a la seguridad e higiene) como modernas (asociadas a la ergonomía y a la salud psicosocial), encuentra preocupantes evidencias. 

Este año cumple la Ley de Prevención de Riesgos Laborales (LPRL) 30 años y, sin perjuicio de la evidente evolución y mejora del sistema en estas tres décadas, los déficits de cultura preventiva se arrastran sin hallar fórmulas realmente eficaces e innovadoras que los corrijan. Hoy en día, se conoce, estadísticamente, no solo frecuencia, incidencia y gravedad de los accidentes de trabajo en cada sector de actividad económica, sino cuándo se producen de manera más intensa, en qué tipo de empresas, qué día de la semana, a qué hora de la jornada, con qué causas prevalentes, etc. Y, sin embargo, España sigue siendo uno de los países de la UE con una incidencia de accidentes de trabajo mayor, y una mayor actividad preventiva documental, pero no real, en el día a día.

El problema se agudiza cuando nos situamos frente a la identificación y gestión de los daños profesionales derivados de los factores y riesgos nuevos y emergentes, entre los que se sitúan, de forma prevalente, los ergonómicos y los psicosociales. Pese a que, ya dentro de estos últimos, hace más de 20 años que se conocen la violencia y el acoso en el trabajo como riesgos psicosociales, sigue existiendo una notable dificultad para su gestión preventiva eficaz. No es por falta de análisis, informaciones, difusiones, incluso formaciones. En este casi cuarto de siglo (la primera sentencia en España que desveló la existencia del acoso laboral –mobbing, entonces- es de principios de este siglo -2000-) se ha escrito, hablado e informado sin fin sobre el mismo. Los Congresos, internacionales y nacionales, seminarios, jornadas, guías, libros, etc., son inabarcables, hablando del tema. Pero la sensación más extendida sigue siendo que se desconoce cómo afrontarlo con eficacia.

Por eso, innovar en las formas de concienciación, información y formación sobre los riesgos laborales y su prevención en general, y sobre los riesgos psicosociales de forma particular, frente a las fórmulas más trilladas, transitadas (formaciones de academia y de aula; técnicas teóricas y abstractas; guías donde se dice lo que debería ser prescrito, pero se orilla lo que sucede en la realidad; protocolos meramente formales, etc.) parece una de las líneas más adecuadas para corregir esta situación de estancamiento o déficits. Por eso, el recurso, en unos casos, a las nuevas tecnologías digitales (como sería el uso de la gamificación en la formación preventiva, o la realidad virtual y ampliada para ofrecer procesos formativos inmersivos, mucho más eficaces, etc.), y en otros a recursos audiovisuales, incluso a auténticas artes, como la literatura y, sobre todo, el cine (película, cortometraje, documental, etc.), también constituyen una vía muy prometedora. En estas páginas ya hemos comentado estos avances en más de una ocasión.
Dado el tabú que ha solido envolver los problemas de salud mental en el trabajo, así como los de violencia y acoso, relacionados con aquéllos, por cuanto la actualización de estos provoca problemas de aquél tipo, su visualización a través de audiovisuales nos ha parecido siempre una buena opción. Por ejemplo, respecto del suicidio, como en el “dolor invisible” o “estigma del silencio”, o, para el ámbito estrictamente laboral, “la punta del iceberg”. Así lo hemos expuesto, además, recientemente, en el Congreso del Instituto Asturiano de Prevención de Riesgos Laborales. El objetivo es siempre mejorar o corregir ese déficit de visibilidad y generar cultura, eliminando tabúes, huyendo siempre del “morbo”, que podría también contaminar una información adecuada sobre asuntos de gran relevancia, transcendencia y seriedad, banalizando la realidad al dramatizarla.

En este contexto, de especial interés, como también hemos podido comentar en otra ocasión, es la película “Soy Nevenka” (Icíar Bollaín, 2024). En ella se dramatiza el célebre caso de la primera mujer que ganó, por vía penal, una demanda por acoso moral y sexual contra un reconocido político gallego. No sería la primera vez que se llevaría tal historia a la pantalla, pues se han hecho diferentes documentales y miniseries al respecto, para la pequeña pantalla (2021), para TV, a través de su distribución en Netflix.

Sin entrar ahora en la calidad cinematográfica, que es mejorable, a mi juicio, pero habrá más de una opinión al respecto, aquí interesa poner de relieve el gran valor que tiene el recurso a la técnica-arte cinematográfico para evitar que este tipo de problemas, más arraigados de lo que podríamos pensar, caiga en el “pozo del olvido”. En última instancia, la película no gira solo sobre las relaciones sentimentales en el trabajo, el placer, el consentimiento y el acoso, también habla de las dinámicas de poder que suelen estar en la base de las situaciones de violencia y acoso, moral, sexual y sexista.

En este mismo escenario, creemos oportuno dar cuenta del cortometraje, ahora promovido por el Observatorio vasco sobre acoso y discriminación: “Piel Fina”. 

Se trata de un cortometraje, escrito y dirigido por Antonio Muñoz de Mesa y producido por el Observatorio Vasco del Acoso y Discriminación, a fin de dar una mayor visibilidad al problema del acoso moral en el trabajo, sus factores causantes y los efectos tan nocivos que produce. Aunque fue presentado oficialmente hace un año, no ha dejado de adquirir una creciente difusión, a través de diversos medios y redes sociales. Por eso, en el balance realizado al final de este año, con miles y miles de visualizaciones, deja bien a las claras que el recurso a este tipo de tecnologías de narrativa audiovisual, si se hace de forma adecuada, como es el caso, permite avanzar notablemente en la mejora del conocimiento de realidades a menudo silenciadas, ocultas y que, sin embargo, tienen un gran impacto, tanto personal (los costes humanos del sufrimiento) como organizacional (pérdida de productividad).

El título del cortometraje ya es, en sí, muy significativo. Aunque la denominación no es muy original, ni siquiera en el contexto de las artes escénicas, donde se recurre a él en más de una ocasión para mostrar problemas de fondo que no suelen subyacer de forma fácil, aparente, en las relaciones sociales, de pareja o de amistad sí es afortunada. En unas ocasiones, esta forma de “desnudar verdades subyacentes bajo la piel” mediante sus narrativas escénicas, dejando emerger la vulnerabilidad humana, se hace mediante la comedia, en otras, como en esta, de la dramatización de situaciones trágicas.

Con mucha frecuencia, a las personas que denunciaban acoso moral en el trabajo se la trata de “especialmente sensibles”, cuando no “quisquillosas”, esto que la sabiduría popular viene llamando “piel fina” y que significa poner el acento del problema en la persona que sufre, no en la organización que acosa o lo tolera y en las relaciones sociales en el seno de las organizaciones que tanto contribuyen a que nazcan y se desarrollen las conductas típicas de violencia moral y acoso en el trabajo. Cuando originariamente surgió la figura del acoso se tendió, en exceso, a construir perfiles de personalidad, las propias de las personas -potencialmente- acosadas, víctimas (se le adscribía un cierto tipo de personalidad neurótica con alta entrega al trabajo a la que se le pedía “endurecer la piel” para sobrevivir en la organización competitiva) y las de las personas -potencialmente- acosadoras (tóxicas). En cierto modo, parecía reprocharse a las víctimas potenciales una personalidad “narcisista de piel fina”, esto es, hipersensible y que percibiría ofensas o denigraciones con gran facilidad. En el lado opuesto estarían las personas victimarias, en cierto modo con personalidades egocéntricas y “narcisistas de piel dura”, gestada en más de un conflicto o gestión competitiva, a fin de sobrevivir en un escenario representado más como una competencia constante, con intereses conflictivos (a modo de suma-cero), que como un espacio de colaboración e intereses compartidos (suma-suma).

El cortometraje deja bien claro que ninguna víctima de acoso moral en el trabajo lo es por la grosura de su piel (personalidad), aunque influyan factores personales, como es lógico en un riesgo psicosocial, sino por las condiciones inadecuadas de trabajo y de gestión de los conflictos en su seno. De ahí el papel de la acción preventiva eficaz.

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