Las imágenes satelitales son una herramienta crucial para determinar la permanencia de la nieve en diversas áreas, utilizando índices como el Índice Diferencial Normalizado de Nieve (NDSI). Sin embargo, en días nublados, estos datos pueden resultar poco concluyentes. En ocasiones, el NDSI puede indicar ausencia de nieve o no proporcionar información precisa sobre una zona específica, incluso cuando hay nieve presente. Además, fenómenos como las nevadas acompañadas de polvo sahariano pueden generar errores en los datos. Para abordar estas limitaciones, el equipo del Observatorio de Cambio Global de Sierra Nevada ha iniciado nuevos trabajos de muestreo.
Se ha observado que los registros satelitales pueden fallar en la detección de la nieve debido a la frecuencia limitada de los satélites, lo que dificulta la captura de variaciones rápidas en condiciones climáticas inusuales, como las experimentadas durante el primer trimestre de 2023 y 2024. Con la nueva metodología implementada en 2023 por el equipo de la Agencia de Medio Ambiente y Agua, se busca complementar los análisis realizados por investigadores de la Universidad de Granada, así como validar los registros satelitales utilizados para medir la cantidad de nieve en el Espacio Natural.
Nueva metodología y puntos de muestreo
A finales de 2023, el personal del equipo AMAYA estableció alrededor de 53 puntos de muestreo para poner a prueba esta nueva metodología. El objetivo es validar los porcentajes de cobertura nival en cuadrículas que han sido medidas previamente por los satélites Landsat 8, Landsat 9 y Sentinel-2. Este esfuerzo es fundamental para mejorar la precisión en las mediciones y ofrecer datos más fiables sobre las condiciones invernales en Sierra Nevada.
Con estos avances, se espera que se logre un entendimiento más profundo sobre cómo las variaciones climáticas afectan a la cubierta nival, lo cual es vital tanto para la investigación científica como para la gestión ambiental en nuestra región.