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¿Qué provocó la virulencia del tifón Haiyán?

Anabel Lobo, periodista

miércoles 23 de abril de 2014, 10:55h

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Cae la noche en Filipinas y hay niños exhaustos en las esquinas, que tienen frío, hambre y sed; niños que no pueden ni podrán ver ya la cara de sus madres a la hora de ir a dormir, y que están expuestos a la muerte temprana, al maltrato y a la explotación. Niños pequeños solos y en estado de shock, llorando con la ropa aún mojada por el tifón Haiyán. Y del llanto de esos niños tenemos la culpa todos nosotros, el resto de países, en mayor o menor medida.

La IX Cumbre sobre Cambio Climático celebrada en Varsovia lo pone de manifiesto. Los científicos ya avisaron en otras cumbres que el calentamiento de los océanos debido al efecto invernadero aumentaría la intensidad de tifones y huracanes, y así lo está haciendo, especialmente en territorio asiático. Olas de diez metros, vientos de 380 kilómetros por hora, demuestran la fragilidad del ser humano, especialmente cuando además se mezcla con la miseria de unas construcciones endebles.

10.000 muertos, millones de desplazados y desaparecidos, y todo sigue igual. El delegado de Filipinas lloró públicamente en la Conferencia convocada hace unos días en Varsovia, mientras se preguntaba en alto cuántas Cumbres serían necesarias para parar estos desastres, para defender a su país y a otros en riesgo, para dejar de calentar los océanos con los gases del efecto invernadero. Por desgracia, harán falta muchas cumbres más.

“El hombre es un lobo para el hombre”- la célebre frase que solemos atribuir a Hobbes, y que en realidad pronunció doscientos años antes de que naciera Cristo el escritor Plauto, vuelve a convertirse en un hecho cuando observamos que los residuos que provocamos tienen consecuencias mortales para nosotros mismos. Maltratando a la naturaleza nos convertimos en nuestros propios verdugos, pues ella somos nosotros mismos.

Lo bueno es que parece que aún hay solución, pero también hay que darse prisa en poner las pautas y comenzar a seguirlas. Educación y empleo en innovación y sostenibilidad, respeto por lo nuestro, por la naturaleza. Coches eléctricos o menos parque automovilístico, reciclar y educar en el reciclaje, pequeños detalles diarios que hacen que nuestro planeta sea más sano, y nosotros también. Las empresas son otra cosa, pero si los protocolos existen, tendrán que aprender a respetarlos para paliar los efectos de sus gases nocivos en la atmósfera que respiramos.

¿Conseguiremos dejar de ser el virus de nuestro propio planeta y convertirnos en una bacteria beneficiosa para el entorno habitamos?. Se nos supone una inteligencia “superior” a la del resto de animales. Así que, racionalmente, debemos pensar que lo conseguiremos.

Anabel Lobo

Periodista.Licenciada por la Universidad Complutense.Título (Máster) en Identidad Corporativa por ESIC y uno en Gabinetes de Instituciones por Corporación Multimedia.Fue becada por Radio Televisión Española y Telemadrid. Ha colaborado en los suplementos económicos de Cinco Días.Técnico de comunicación para la Dirección General de Empleo de la Consejería de Economía de la Comunidad de Madrid.