Ortodoxia e intransigencia
lunes 04 de octubre de 2021, 07:21h
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La ortodoxia inamovible ha sido la responsable de tantos enfrentamientos internos desde que empezó a dibujarse el reino de España y, lo que es mucho peor, del atraso social, cultural y económico de este reino todavía en construcción y cada vez con menos visos de verse construido. Porque construir es acción positiva aunque también se utilice para esconder y disimular la especulación más dañina. Pero ese es otro tema.
El mayor riesgo de las ideologías y de la praxis es la ortodoxia como vehículo de intransigencia, con el agravante de que la primera se atribuye a sí misma una puridad, perfección, pulcritud y realismo de los que en realidad carece. El problema es la ortodoxia en un país heterodoxo. Consecuentemente, exige a los demás, a todo el mundo, los mismos «valores» auto-atribuidos. Dicho en lenguaje vulgar: la ortodoxia adobada de intransigencia es «más papista que el Papa». Exigir a todo el mundo el conocimiento y asunción exhaustivos de algo, para «permitirle» hablar de él, es otorgar licencias de buen andaluz, de buen flamenco o de buen loquesea. Es erigirse en juez de los demás, considerarse poseedores de la única y absoluta verdad.
El andalucismo continúa en fase de despegue, por desgracia, porque ya debía haber despegado hace tiempo. Es necesario imbuir, llenar de Andalucía las mentes, atesorar, no adoctrinar, pero sí formar. E informar, antes que juzgar. Acumular experiencia, criterios; olvidar y erradicar una erudición impostada conducente a la artificialidad. Criticar a quienes puedan cometer algún error respecto a lo andaluz o a su idea ó pudiera contener lagunas, puede llegar a ser el mayor enemigo de Andalucía, porque impide su asimilación por una mayoría con información deficiente, a la que esa crítica no informa, en todo caso confunde y repele con una fútil exigencia de puridad absoluta y madurez máxima, en una estricta ortodoxia marxista, que queda por si ver si está en poder de quien lo exige a los demás.
Espíritus supuestamente «exquisitos», cerrados en su pretendida posesión de la verdad, con lo que se ven autorizados a enviar lecciones, a ser guías del resto, no se sentirán aludidos con estas líneas en tanto se consideran superiores. Pero ojalá todos los partidos, asociaciones, club, etc., hablaran de Andalucía con frecuencia, aunque no siempre acertaran plenamente en sus valoraciones. Pero abrirían interés, animarían el deseo de aprender, que dejaría de ser ínfimo.
Pero hay quien cree que aparentar exquisitez o exigencia, incluso a costa de no llegar a nadie, es «la» forma de defender Andalucía. También aquí habría que ver si pretenden defender Andalucía o acicalar y agrandar su propio ego personal. Todos quieren representar un papel que les queda bastante grande, pero, ciegos en su preeminencia, suficientes en su afectada superioridad, es justamente lo contrario de lo que creen —o solo dicen- perseguir.
Andalucía necesita más pedagogía, más aprovechar cualquier oportunidad para ensanchar el número de los interesados (e interesadas) en mejorar sus niveles, a partir de los detalles fundamentales de nuestro carácter activo, creativo, pero pacífico, innovador y generoso. Generosidad y menos despectivos críticos de todo aquello cuanto pudiera no cubrir el nivel mínimo imaginado por el artificioso endiosamiento de los propios exigentes más que críticos, criticadores.
Estudió Filosofía y Marketing y es especialista en Historia.
Ha trabajado en prensa, radio y TV. Obtuvo el premio 'Temas' de relato corto por El Puente (1988), así como el '28-F' (2001), por La serie La Andalucía de la Transición, emitida por Canal Sur Televisión.
De su producción literaria cabe destacar: El País que Nunca Existió (1977), El Color del Cristal, novela (2001), La Importancia de un Hombre Normal, que narra la biografía de Blas Infante, (2003), Historia de Andalucía Para Jóvenes (2005), Grandes Infamias (2006) y De Aquellos Polvos... La Autonomía y sus orígenes históricos (2011)
Para el autor "la Historia es el espejo donde podemos vernos y conocernos, aunque, como está escrita por los vencedores, debe analizarse con espíritu crítico para poder interpretarla".
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