Lo último del portavoz adjunto del grupo parlamentario socialista, el almeriense Rodrigo Sánchez Haro, no tiene que ver con los 3.000 enchufados del PP que un mes después de su afirmación no han aparecido –solo han logrado poner nombre y apellidos a seis personas vinculadas del algún modo al PP, pero tampoco han indicado como ha influido su militancia o la de sus familiares en su contratación, y ahora nos piden ayuda a los periodistas en el rastreo de los contratados para que se los chivemos-, ni con que denuncie en la playa de Los Genoveses la construcción de un hotel que, en realidad es la rehabilitación como alojamiento turístico de un cortijo ubicado a un kilómetro de ese lugar y que ya se usa para ese fin; tiene que ver con su amarga queja de que solo dos consejeros del Gobierno andaluz acudieran a un homenaje a Blas Infante con motivo del 185 aniversario de su nacimiento.
Para los desmemoriados como él, me animo a recordar que allá por el agosto de 2008, cuando se conmemora el asesinato del Padre de la Patria Andaluza por parte de un grupo de falangistas, tras tenerlo secuestrado unos días junto a otras personas en el Cine Jáuregui de Sevilla, el entonces presidente del Gobierno andaluz, el socialista Manuel Chaves, anunció que no acudiría a él… porque estaba de vacaciones, y su vicepresidente primero, Gaspar Zarrías, tampoco porque se iba a la Fiesta del Pulpo de O Carballiño.
Pero en sus declaraciones sobre este tema, el almeriense se animó a criticar el “nuevo andalucismo” del que dice, presume el Partido Popular después de que el consejero de Presidencia, Elías Bendodo, que su formación asume ese elemento ideológico.
Más allá de que uno se pueda creer o no el andalucismo del PP, o el de Podemos, lo cierto es que no es el PSOE el partido más adecuado para efectuar este tipo de críticas, porque la historia está escrita.
Fueron socialistas almerienses quienes cuando se creó el PSOE-A promovieron incluir el andalucismo entre las bases ideológicas, y fue el sevillano Alfonso Guerra quien lo rechazó. Es más, en abril de 2006, este mismo personaje –que no dudó en votar en el Congreso privilegios para otras comunidades que perjudicaban a Andalucía- declaraba que “veo un exceso de andalucismo” en la política andaluza… como si eso fuese malo, pero quizá fue peor que el partido le respondió que “no hay exceso de andalucismo”.
También fue el socialista sevillano quien rechazaba que Andalucía fuera reconocida como realidad nacional, algo que fue impulsado por Manuel Clavero Arévalo, exministro de la UCD, y uno de los artífices de nuestra autonomía, y primera personalidad a la que acudió en visita institucional el presidente Juanma Moreno (PP).
Esa desmemoria es tan acusada, que no recuerda ni lo relativamente reciente, porque el PSOE se afanó en cuestionar el diseño del pin que comenzó a lucir Moreno, con una desconstrucción de nuestro escudo, cuando era un calco del diseño de la Medalla de Andalucía creada bajo mandato socialista de la Junta de Andalucía.
Y mientras aquí, el indignadísimo Sánchez Haro arremetía contra la comisión parlamentaria para la recuperación económica de Andalucía porque un pacto permitía a Vox lograr su presidencia pese a ser la única formación que votó en contra, no se le conoce palabra alguna sobre la indignidad que debe suponer para el PSOE que la ultraderecha le entregara en bandeja la presidencia de una comisión similar en Madrid.
¡Pues hasta la próxima!