Pingurucho: el tamaño sí importa
Por
Jose Fernández
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martes 16 de junio de 2020, 16:26h
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De entrada diré que no soy ajeno a que el fin que persigue el PSOE en su recolecta de apoyos a su batalla ideológica por el Pingurucho no es otro que el ruido mediático y la amplificación de sus puntos de vista. Y admito que la cosa sería hasta entretenida si buena parte de los profesionales de prestigio y nivel que apoyan su traslado pudieran desprenderse del perezoso vértigo de ser señalados por la cohorte de arrimados al socialismo como reaccionarios de bruñido correaje y responder un poquito. Pero bueno, las cosas son como son y no cabe entrar en la melancolía del esfuerzo inútil. Vamos al lío.
Escribe un artículo en LA VOZ DE ALMERIA el ex concejal de Urbanismo socialista Gerardo Roger, poniendo a caldo la idea del traslado del monumento al parque. De entrada hay que agradecer a Roger la normalización del traslado como propuesta del equipo de Gobierno y no la demolición, la eliminación o la voladura, como siguen defendiendo buena parte de sus sucesores actuales en el Grupo Municipal del PSOE, que entran a esa muletilla con el ímpetu de un Cebada Gago, aunque no con su mismo nivel cognoscitivo. Naturalmente, hablo del hierro. Uno recuerda a Roger en su etapa de concejal como un hombre agradable e inteligente que, entre otras cosas, aportó a Almería el Paseo Marítimo, lo cual fue una mejora sustancial en la relación de los almerienses con nuestro entorno natural. Y en esa misma naturaleza está que un ex concejal del PSOE, que formó parte del equipo con el que el PSOE plantó el Pingurucho en la Plaza Vieja, considere su traslado como una aberración urbanística, estética e histórica. Si a los articulistas nos molesta que nos toquen una coma en una columna, imaginen lo que pasa por la cabeza de un arquitecto o un ingeniero cuando alguien dice de modificar sus proyectos.
Pues bien, curiosamente, en la firma del artículo del que les hablo, el lector no puede encontrar la condición de ex concejal socialista del firmante, más que nada porque no viene. Una casualidad sobre la que no merece la pena incidir, como tampoco merece la pena recordar que los grupos del PSOE e IU exigieron que cada vez que servidor de ustedes interviniese en las tertulias de INTERALMERIA TV apareciera un cartelito que pusiera “Asesor de Prensa del Grupo Municipal del PP”. Y no me digan que no tiene gracia que en esas mismas tertulias aparezca ahora la ex concejal comunista de IU, Amalia Román (que además de exigir el cartelito bajo mi cara decía que yo no tenía derecho a opinar en la prensa o en la tele) bajo el cartel de “Técnico del SAS”. Yo no me cabreo por esas cosas, ni tampoco me sublevo ante el pusilánime espíritu de quien disimula, o traga con según qué imposiciones. Pero lo recuerdo. Sigamos.
Señala el señor Roger en su artículo, entre otras muchas consideraciones poco amables para el actual equipo de Gobierno con su alcalde a la cabeza, que sacar el Pingurucho de la Plaza Vieja y llevarlo al Parque Nicolás Salmerón, una zona a todas luces más amplia, luminosa y visible, es un error porque se pierde la dimensión de un monumento que metido en la plaza permite apreciar todo el alcance de su simbología. Que se vea grande. Enorme. Enhiesto como el ciprés de Silos. Y ya me dirán ustedes, pero una vez más se demuestra que a la hora de la verdad el tamaño sí que importa. Lo siento por cuantos alguna vez intentaron esgrimir el sobado argumento a falta de mejor cosa que enarbolar. Eso sí, si de verdad querían resaltar la talla física del significado político y social del Pingurucho, bien podrían haberlo puesto justo detrás, frente al Bahía de Palma, porque ahí sí que se habría apreciado mucho mejor. Algún compañero incluso podría haberlo visto doble más de un mediodía.
Y finalmente una cosa más. Gerardo Roger vuelve a insistir en uno de los dos mantras radicalmente falsos del pinguruchismo local. Uno es el de la suscripción popular. Mentira. No hubo tal. Y como Roger es consciente de las presiones a más de un empresario del mármol que se vio forzado a palmar pasta para el tema, tiene la elegancia de no mencionarlo, cosa que sí hacen a menudo otros miembros de la ganadería. Pero incurre en la segunda de las grandes milongas del argumentario pinguruchero: la mayoría social. Otra trola. Ellas y ellos no son mayoría. Y no lo son por dos razones importantes. La primera es que el Pingurucho y Los Coloraos importan una higa a los almerienses. Ya sé que leer esto les incomoda mucho pero es la triste verdad. Treinta años después de su reinstauración, el acto de Los Coloraos registra una media de doscientos asistentes, contando a los miembros de la Banda Municipal. Y finalmente, hay un argumento de más peso aún que el propio Pingurucho: los votos de los almerienses. El PP se presentó en las últimas municipales con el proyecto de reforma de la Plaza Vieja en su programa y -la verdad es la verdad aunque duela- barrió al que presentaba el PSOE. Podría haber sido al revés, refrendando así el voto de los almerienses el enorme tostón que durante el año anterior a las elecciones pegaron constantemente, con concentraciones fallidas y pancartazos peripatéticos. Así que ni “suscripción popular”, ni “somos una amplia mayoría de almerienses.”
Bueno, pues nada. Hasta la próxima.
Periodista.Asesor de Prensa en el Ayuntamiento de Almería.
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