Cada año, cuando el sol aprieta con más fuerza en nuestra tierra, resuena una llamada que apela a lo mejor de nosotros: la petición de la asociación Sahara Almería para acoger a niños y niñas saharauis durante el verano. El proyecto "Vacaciones en Paz", una iniciativa que lleva décadas tejiendo lazos de solidaridad entre Almería y los campamentos de refugiados de Tinduf, en Argelia, vuelve a necesitar de nuestra generosidad.
La propuesta es sencilla en su formulación, pero inmensa en su significado: sacar a estos menores del rigor extremo del desierto argelino durante los meses estivales. Ofrecerles un respiro, una ventana a una normalidad que les es ajena. Imaginemos lo que significa para un niño, acostumbrado a la aridez y las limitaciones de un campamento de refugiados, poder sentir la arena de nuestras playas, chapotear en una piscina, disfrutar de comida caliente a diario, recibir una alimentación adecuada o pasar revisiones médicas que allí son un lujo inalcanzable. Son, en esencia, unas vacaciones dignas, las que cualquier niño merece, independientemente de las circunstancias geopolíticas que marcan su existencia.
Esta llamada a la solidaridad cobra una especial relevancia en el contexto actual. Mientras los ciudadanos de a pie mostramos, año tras año, nuestro compromiso con el pueblo saharaui, la política oficial del Estado español parece navegar en dirección contraria. La postura del gobierno de Pedro Sánchez respecto al Sáhara Occidental, siguiendo una senda marcada por anteriores administraciones socialistas –con la colaboración destacada de José Luis Rodríguez Zapatero y remontándonos a la gestión de Felipe González–, solo puede calificarse como una dolorosa traición.
Se traicionan las resoluciones de Naciones Unidas, que encomendaron a España la responsabilidad histórica de organizar un referéndum de autodeterminación para el pueblo saharaui, una deuda que sigue pendiente. Se traiciona la lógica de los propios intereses españoles. ¿Acaso no vemos que un Sáhara Occidental independiente y amigo sería el mejor aliado estratégico en la región? Un aliado que podría ayudar a contener las ambiciones expansionistas de Marruecos, que no solo afectan al territorio saharaui sino que se proyectan sobre Ceuta, Melilla e incluso Canarias. Un aliado con un territorio rico en recursos minerales, fosfatos, bancos pesqueros y potenciales reservas de hidrocarburos, cuya explotación conjunta y respetuosa podría ser beneficiosa para ambos pueblos. Un aliado con el que compartimos lazos históricos y lingüísticos, siendo el español una lengua presente y un puente natural para España en África.
Sin embargo, la política oficial ha optado por dar la espalda a esta realidad, cediendo ante las presiones y la estrategia marroquí, que no cesa en su intento de legitimar una ocupación ilegal a través de lobbies internacionales. Mientras Rabat busca blanquear su presencia en un territorio que nunca le perteneció y que mantiene bajo control mediante la fuerza y la represión, nosotros, los ciudadanos, tenemos la oportunidad de actuar.
Frente a la realpolitik que ignora el sufrimiento y los derechos de un pueblo entero, emerge la fuerza de la solidaridad. Acoger a un niño saharaui este verano es mucho más que un gesto humanitario. Es un acto político en el sentido más noble del término. Es decirle al mundo, y a nuestro propio gobierno, que no olvidamos, que no somos indiferentes, que seguimos creyendo en el derecho del pueblo saharaui a decidir su propio futuro en libertad.
Por eso, desde estas líneas, animamos encarecidamente a las familias almerienses y andaluzas a que abran sus hogares y sus corazones. Más allá de los complejos análisis geopolíticos, está la simple y poderosa razón de la humanidad. Ofrezcamos a estos niños un verano de paz, de salud, de alegría. Demostremos que, aunque la política oficial falle, la solidaridad de la gente sigue intacta. Que Almería, una vez más, sea un oasis de esperanza para los hijos del Sáhara. Ellos nos necesitan, y quizás, sin saberlo, nosotros también necesitamos la lección de dignidad y resiliencia que nos brindan.
¡Viva la RASD! ¡Viva el pueblo saharaui en libertad!