La convocatoria de elecciones generales ha vuelto a evidenciar la enorme hipocresía que encierran las ideologías que se significan como progresistas; es decir, los defensores de los más desfavorecidos que, por supuesto, se entregan de forma altruista a solidarizarse con los más débiles. Los que, por supuesto, emprenden una denodada lucha reformista para cambiar la sociedad en aras de la igualdad. Los que, por supuesto, están dispuestos a sacrificar sus vidas y haciendas para alcanzar la justicia social que atenaza a los oprimidos. Los que, por supuesto, no buscan un sillón sólo por la ostentación del poder. Los que, por supuesto, renuncian a los privilegios de la casta política. Los que, por supuesto, jamás renunciarían a su estatus de proximidad, cercanía y convivencia con la clase trabajadora.
Ellos, ellas y elles son los que, por supuesto, jamás se confundirían con esa caspa y casta de políticos, que se sirven de la política y el poder para dejar el barrio obrero y habitar en el casoplón de la urba privada y custodiada. Las que, por supuesto, jamás irían de compras y cuchipandas en coche y avión oficial. Las que, por supuesto, jamás cambiarían su look proletario por un exhibido desfile de coloristas modelitos, elaborada peluquería y refinada manicura.
Estos son los que, por supuesto, iban a la política a sufrir, a entregarse a los demás, a luchar contra la injusticia… y, mira por dónde, cometen la mayor injusticia a las víctimas de la violencia sexual contra las mujeres y los menores.
Estos y estas son los que, por supuesto, enarbolan la bandera de sororidad, pero braman, rugen y barritan por seguir detentando el escaño y, consecuentemente, el sueldo, el privilegio y el desparpajo. Ahora se anticipa el periodo de la berrea electoral. Saltan astillas, se contusionan las testas y se despeñan las más gráciles gacelillas y los más impetuosos muflones.
Ahora, nada de aquello que ansiaban y defendían se da por supuesto. Todo era un espejismo. La verdadera lucha que queda es la que se da por su puesto y por sus puestos.