Resulta que allá por el 15-M, cuando las plazas de España se llenaban de indignados, parecía que el pan escaseaba. "No hay pan para tanto chorizo" era el grito de guerra. Un eslogan que encapsulaba la frustración de una generación que vio cómo se desmoronaba la economía mientras los políticos se llenaban los bolsillos. Podemos surgió de esa rabia, mientras los últimos días del gobierno de Zapatero se diluían y el Partido Popular, con Rajoy a la cabeza, comenzaba su andadura marcada por escándalos como el caso Bárcenas y Gürtel.
Era fácil hacer política entonces: solo había que señalar al PP y repetir, con la voz en alto, que no había pan para tanto chorizo. La izquierda organizaba manifestaciones y clamaba por un cambio. Llegó, sí, de la mano de Pedro Sánchez, un político que logró la hazaña de unir a partidos tan dispares como para poder presentar y ganar una moción de censura. Un Pedro Sánchez que prometía acabar con la corrupción. Las promesas electorales, tan llenas de esperanza y tan vacías de acción.
Con más años bajo gobierno de Sánchez que bajo el de Rajoy, la ironía es sofocante. El empresario Aldama y su locuacidad ante Santiago Pedraz, y el juez Peinado con los casos que implican a Begoña Gómez, Koldo, Ábalos, y el hermano del propio Sánchez... Tito Berni. Y no es que la oposición se haya quedado callada, no, ellos ahora tienen mucho que decir sobre la corrupción. Pero, ¿y los partidos que llevaron a Sánchez al poder? Esos mismos que clamaban que no había pan para tanto chorizo, ahora guardan un silencio ensordecedor. Porque ahora sí hay pan. Ellos son el pan.
La hipocresía es asombrosa. Los mismos que exigían justicia, transparencia y una limpieza de la corrupción ahora miran para otro lado cuando los escándalos salpican a sus filas. Parece ser que en esta nueva España socialista sí hay pan para tanto chorizo. Los golpes de pecho y las proclamaciones de integridad se han evaporado, dejando un panorama donde lo único que ha cambiado son los nombres en los titulares de los casos de corrupción.
Y así, mientras algunos siguen sin llegar a fin de mes, otros disfrutan de un banquete que, en teoría, era para todos. La pregunta ya no es si hay pan para tanto chorizo, sino quién es ahora el chorizo en este festín político. Porque lo que está claro es que el pan, ese nunca ha faltado para quienes saben cómo servirse del poder.