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¿Qué hacemos con los neumáticos?

Por Moises Palmero Aranda
domingo 08 de mayo de 2022, 10:31h

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Un tonto anda suelto por Punta Entinas Sabinar, aunque escuchando las palabras del presidente de Iberdrola lo mismo es el listo de turno, porque cruzar la fina línea que los separa depende de la cantidad de dinero que ganes, o el que te ahorres. Lo que nos queda claro, es que para que haya listillos debe haber tontos.

El impresentable ha vertido unos 80 neumáticos en una Reserva Natural. Con nocturnidad y alevosía ha quitado la cadena, ha metido su camión, y los ha tirado en el cañaveral. Con ese gesto ha conseguido pasar de tonto a listo, porque se ha ahorrado unos cuantos euros y, al pasarnos el problema al resto de la sociedad, ha conseguido dejarnos con cara de tontos, porque ahora nos toca a todos rascarnos el bolsillo.

Lo peor es que es reincidente, por lo que la sensación de ser unos panolis se multiplica. Hace dos años, aparecieron tras la pandemia, unos 500 neumáticos tirados en la misma zona. Tras los cabreos e improperios lanzados al aire, la juventud de San Agustín decidió ponerse manos a la obra y en una mañana de verano, se dice pronto, limpiaron el estropicio. Una acción ejemplarizante y que, a pesar del cansancio, dibujó una sonrisa en sus caras que han mostrado con orgullo todo este tiempo.

Estoy seguro de que estos jóvenes, tras la decepción y frustración del momento, estarán pensando en sacarlos de allí, porque en San Agustín aman su territorio, y porque rendirse ahora sería caer derrotados. Pero se les plantea un problema, qué hacer con los neumáticos. Disyuntiva que también se le presenta a las diferentes administraciones que no saben qué hacer con los miles de neumáticos que hay fuera de uso por ramblas, descampados y espacios naturales. Bueno, si lo saben, pero tienen, tenemos, que pagar por su recogida, traslado y tratamiento, o dicho de otro modo, no los recogen porque no hay dinero para pagar la factura.

En España hay un Real Decreto de 2005 que regula la gestión de los neumáticos. Hasta ese momento terminaban en cualquier lugar convertidos en residuos descontrolados o en vertederos ilegales que cuando se llenaban salían ardiendo. La cosa ha mejorado un poco, pero como el resto de sistemas de gestión fallan desde la base, porque pagamos por adelantado un servicio que luego no se hace completo porque, entre otras cosas, hay tontos que se pasan de listos.

El proceso comienza con los productores a los que la ley les dice que tienen que garantizar la recuperación y reciclaje de todos los neumáticos que ponen en el mercado. Para cumplir la ley montan un sistema de gestión coordinado por una entidad sin ánimo de lucro que se encarga de hacer el trabajo. En España hay dos, SIGNUS y TNU, que tienen repartidos por el país miles de puntos de recogida, los talleres donde cambian las ruedas de nuestros vehículos, que no tienen que pagar nada para que se los retiren. Estas asociaciones se financian con las aportaciones de los productores adheridos, que salen del ECOVALOR que pagamos al comprar el neumático.

Los problemas comienzan porque hay muchos talleres ilegales que no cumplen los requisitos para adherirse al sistema de gestión, o no quieren hacerlo porque hay que presentar memorias anuales y se sienten controlados. Cuando acumulan unos cuantos neumáticos se deshacen de ellos donde pueden y desde ese momento se consideran fuera del proceso, y los sistemas de gestión para tratarlos cobran por el servicio, sea quien sea quien los llame. Así que en nuestra mano está que no existan estos talleres clandestinos, en los que nos ahorramos unos pocos euros, pero que luego provocan daños ambientales que nos repercuten en los impuestos y en la salud.

Si se pagase por neumáticos reciclados, los sistemas de gestión se preocuparían más por recogerlos todos. Y si a los talleres les reembolsasen por cada rueda que entregasen, lo mismo los guardaban con más cariño e incluso alguno recogerían de los tirados por ahí. Pero mientras el beneficio vaya por adelantado y en una sola dirección, habrá irresponsables, tontos e incívicos que piensen que esto no va con ellos.

Los 500 se pudieron retirar porque SIGNUS no cobró por sus servicios como deferencia al esfuerzo de los jóvenes, pero entiendo que esta vez no volverán hacerlo porque pensarán que las administraciones locales y autonómicas no están cumpliendo con su labor de vigilancia y prevención. Sé que no es así, que tanto el Ayuntamiento de El Ejido como la Junta de Andalucía están detrás del asunto para intentar que no vuelva a pasar y recuperar la zona protegida, pero mientras haya un listillo suelto por la zona, las leyes sirven de poco. Espero que lo pillen y lo pongan a limpiar el paraje los próximos veinte años.

Moises Palmero Aranda

Natural de El Ejido, Almería. Licenciado en Ciencias Ambientales por la Universidad de Almería. Desarrolla su trabajo en el mundo de la Educación Ambiental desde la Asociación El árbol de las piruletas, donde ha utilizado la literatura como una herramienta más de sensibilización. Es autor y narrador de cuentos infantiles, entre los que destaca El árbol de las Piruletas y Un delfín entre las estrellas (próxima publicación) Secretos en el Sendero, nueve relatos de misterio donde se mezcla literatura, senderismo y geocaching, es su primera publicación en solitario. 32 motivos para no dormir; Pasos en la oscuridad; Taller de cuentos; 12 caricias; 13 muertes sin piedad; Ángel de nieve; Ulises en la isla de Wight; Crímenes callejeros; El oasis de los miedos; Letras para el camino, El mar, la mar, Relatos Velezanos V son algunas antologías donde aparecen sus relatos. Colabora en Candil Radio con los programas “La mirada del delfín viajero” y “Letras de Esparto”. En radio UAL dirige y presenta el programa de entrevistas Radio Ecocampus. También ha hecho sus pinitos en el mundo del cortometraje con El hombre y la flor. Otra oportunidad y su guión “Residuos” fue el ganador del I Concurso de guiones para cortometrajes “Carboneras Literaria”. Socio fundador de la Asociación Literaria y Cultural Letras de Esparto.