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Un atardecer en el Teatro Apolo, con luces cálidas iluminando a la banda Malas Compañías, mientras Justo Mullor canta una balada de Joaquín Sabina. El público, emocionado, sostiene velas que titilan al ritmo de la música.
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Un atardecer en el Teatro Apolo, con luces cálidas iluminando a la banda Malas Compañías, mientras Justo Mullor canta una balada de Joaquín Sabina. El público, emocionado, sostiene velas que titilan al ritmo de la música. (Foto: DALL·E ai art)

Quiero Malas Compañías

Por Aixa Almagro
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martes 03 de diciembre de 2024, 07:00h

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El Teatro Apolo se convirtió en un refugio de emociones, un santuario donde las notas de Joaquín Sabina reverberaban entre las paredes como si el propio cantautor estuviera allí, presente en cada rincón. La banda Malas Compañías, liderada por Justo Mullor, se adueñó del escenario y nos llevó a un viaje musical que muchos de nosotros llevamos en el corazón. Y es que, ¿quién no ha tenido una etapa de su vida marcada por las letras de Sabina?

Recuerdo la primera vez que escuché “19 días y 500 noches”. Era una tarde cualquiera en casa de mi abuela, mientras ella preparaba su famosa tortilla de patatas. La radio sonaba y esas palabras me atraparon; me hicieron sentir que alguien entendía mis desamores adolescentes. Esa conexión es algo que muchos almerienses compartimos: Sabina habla de lo cotidiano con una poesía que resuena en nuestras vidas.

El Teatro Apolo estaba lleno hasta los topes, y eso ya no sorprende a nadie. Cada vez que Malas Compañías anuncia un concierto aquí, las entradas vuelan más rápido que una paloma mensajera. El ambiente era eléctrico; la gente charlaba animadamente mientras esperábamos a que las luces se apagaran. Cuando finalmente lo hicieron, todo quedó en silencio, y solo se escuchó el murmullo del público emocionado.

La banda salió al escenario con esa energía contagiosa que caracteriza a los grandes artistas. Justo Mullor tiene esa capacidad mágica de hacerte sentir como si estuvieras viendo a Sabina en persona. Con José Luis Gayo marcando el ritmo tras la batería y Facundo Virasoro alternando entre guitarras eléctrica y acústica, cada acorde parecía contar una historia propia.

Los primeros acordes de “Yo me bajo en Atocha” resonaron y sentí un escalofrío recorrerme. Esa canción siempre me ha recordado a mis escapadas con amigos a Madrid, buscando aventuras entre risas y copas. En ese momento, el teatro se transformó en un vagón del tren hacia cualquier parte; todos éramos viajeros compartiendo recuerdos.

Malas Compañías no solo interpreta canciones; revive memorias colectivas. Las proyecciones visuales eran como postales de momentos vividos: amores perdidos, amistades eternas y sueños rotos. “Lágrimas de mármol” fue uno de esos momentos intensos donde la emoción flotaba en el aire como si cada uno estuviéramos dejando caer nuestras propias lágrimas.

Y qué decir del momento en que Vanesa Cáceres tomó el micrófono para interpretar “Peces de ciudad”. Su voz llena de matices hizo eco entre las butacas y me transportó a aquellas noches almerienses junto al mar, donde la brisa suave parece susurrar secretos al oído.

La segunda parte del concierto fue pura adrenalina; canciones como “Pongamos que hablo de Madrid” hicieron vibrar al público con cada verso. Recuerdo cómo mi amigo Carlos empezó a cantar a todo pulmón, riendo porque sabía que había adaptado la letra para incluir alguna broma sobre nuestra querida Almería. Esos momentos son los que hacen que la música sea tan especial: unirnos a través del humor y la nostalgia.

El cierre con “Y nos dieron las diez” fue apoteósico; todos estábamos entregados al ritmo y cantando juntos como si fuéramos parte de una gran familia. Salí del teatro sintiéndome ligera, como si hubiera dejado atrás preocupaciones cotidianas por unas horas.

Joaquín Sabina es mucho más que un cantante; es un cronista de nuestra vida cotidiana, un poeta urbano cuyas letras han acompañado generaciones enteras. Anoche, gracias a Malas Compañías, revivimos ese legado con pasión y respeto. Y así, entre risas y recuerdos compartidos, cerré noviembre con el alma llena y una sonrisa dibujada en el rostro. ¡Hasta la próxima vez!

Aixa Almagro

Noticias de Almería

Me gusta escribir de las cosas del día a día, de lo que pasa, y de lo que me pasa. Estudié Grado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, y Grado en Economía por la Universidad de Tampa - Facultad de Negocios Sykes.