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Recordando el 'póntelo, pónselo'
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(Foto: DALL·E ai art)

Recordando el "póntelo, pónselo"

Por Rafael M. Martos
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domingo 16 de febrero de 2025, 06:00h

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Los datos son contundentes: las enfermedades de transmisión sexual (ETS) han repuntado en jóvenes de 18 a 24 años en Almería, según el artículo que hemos publicado con datos de la Universidad de Almería. La sífilis, la gonorrea o la clamidia no son reliquias del pasado, sino fantasmas del presente. Mientras las cifras escalan, cabe preguntarse: ¿qué falla en una sociedad que banaliza el sexo hasta convertirlo en un mero “trámite placentero”, sin consecuencias?

Hace décadas, la campaña “Póntelo, pónselo” irrumpió en televisores españoles para normalizar el preservativo, y el escándalo entre las mentes bienpensantes resultó mayúsculo porque para ellos era incitar al sexo fácil, cuando en realidad cumplió su objetivo con buena nota. Fue un éxito: combinó crudeza y humor sin moralinas, pero con responsabilidad. Hoy, en plena era del hookup culture —donde aplicaciones facilitan encuentros sexuales fugaces—, aquel mensaje parece diluido. El condón ha pasado de ser un aliado a un estorbo, y las ETS, de amenazas reales a mitos lejanos.

La trivialización de las relaciones sexuales es alarmante. Se venden como actos inofensivos, casi asépticos, donde lo único importante es el placer inmediato. Pero el sexo no es un videojuego: no tiene reset. Las consecuencias —embarazos no planificados, infecciones, secuelas emocionales— existen, y golpean especialmente a los más jóvenes. Según los expertos, el 40% de los nuevos diagnósticos de VIH en España corresponden a menores de 30 años. No es casualidad: solo el 14% de los jóvenes usa siempre protección, según un estudio de 2022.

Culpabilizar a los jóvenes es fácil; mirar al espejo, no tanto. Los adultos —padres, educadores, instituciones— hemos claudicado. Temerosos de parecer “retrógrados” o de chocar con discursos *woke*, hemos eludido la educación sexual rigurosa. ¿Resultado? Una generación hiperconectada, pero desinformada. Saben de *sexting*, pero no de serologías; dominan Tinder, pero ignoran la profilaxis postexposición.

La educación sexual en colegios sigue siendo un tema tabú o reducido a meras charlas biológicas. Se confunde libertad con libertinaje, y prevención con mojigatería. Mientras, plataformas como TikTok o Instagram difunden mitos peligrosos (“la marcha atrás es segura”, “las ETS solo afectan a otros”).

Urge rescatar el espíritu de “Póntelo, pónselo”: sin estigmas, pero con firmeza. Esto implica:
1. Educación integral: no basta con repartir condones; hay que explicar el *porqué*. Incluir perspectivas emocionales, no solo físicas.
2. Normalizar el diálogo: que un padre hable de sexo con su hijo no es “incómodo”, es necesario. Lo “heteropatriarcal” no es promover responsabilidad, sino silenciar riesgos.
3. Políticas públicas: campañas actualizadas, accesibles y sin tapujos, que lleguen a TikTok y Twitch.

El sexo es maravilloso, pero no es un juego. La libertad sin responsabilidad es una trampa. Como sociedad, debemos elegir: seguir mirando hacia otro lado o recuperar la cordura. Porque, como recordaba aquel anuncio, algunas cosas no tienen vuelta atrás.

Mientras el miedo a parecer “antiguos” nos paraliza, las ETS no dejan de avanzar. Quizá sea hora de entender que lo verdaderamente anticuado es descuidar la salud de una generación.

Rafael M. Martos

Editor de Noticias de Almería

Periodista. Autor de "No les va a gustar", "Palomares en los papeles secretos EEUU", "Bandera de la infamia", "Más allá del cementerio azul", "Covid19: Diario del confinamiento" y la novela "Todo por la patria"