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Retrasan sine die la operación urgente a un niño por falta de endoscopio en Almería
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Retrasan sine die la operación urgente a un niño por falta de endoscopio en Almería

jueves 29 de noviembre de 2018, 07:29h

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Sufre desplazamiento craneal, presión intracraneal, nervios ópticos inflamados, pérdida de visión periférica, y ni tan siquiera les deriva a otra provincia con este aparato imprescindible para la intervención

Julián y Laura viven en Roquetas de Mar, son los padres de dos niños, uno de 14 años y otro de 10, Lucas, y están sufriendo en carne propia que la provincia de Almería junto a Huelva, sean las únicas de Andalucía en la que no se dispone de un endoscopio, un aparato cuyo precio ya instalado, no llega a los 50.000 euros.

Lo más curioso es que la propia Junta de Andalucía, presumía en el año 2014 de estar aplicando la microcirugía en el Hospital de Torrecárdenas gracias a un endoscopio del que ahora carece.

La situación por la que están pasando es “crítica” y según ellos mismos confiesan a Noticias de Almería “preocupa mucho a los médicos” que atienden al pequeño Lucas desde que comenzó su calvario, hace ya más de cuatro meses. Y lo peor de todo es que tendrán que volver al Hospital de Torrecárdenas el próximo 10 de diciembre sin ningún tipo de garantía de que su hijo vaya a a ser operado.

¿Qué es una endoscopia?



La endoscopia es un procedimiento médico que se realiza con un instrumento llamado endoscopio, el cual se introduce en el cuerpo para observar el interior. A veces se usa para llevar a cabo ciertas clases de cirugías.
El examen con un endoscopio es diferente a los estudios por imágenes, como las radiografías y tomografías por computadora en las que se capturan imágenes del interior del cuerpo sin colocar instrumentos o dispositivos dentro del mismo.
Existen diferentes tipos de endoscopios. La mayoría de los endoscopios son como tubos huecos y delgados que un médico utiliza para observar el interior del cuerpo. Además, la mayoría tiene una fuente de luz, y algunos cuentan con una pequeña cámara de video en el extremo que transmiten imágenes a una pantalla de computadora. Los endoscopios varían en longitud y forma. Algunos son rígidos, mientras que otros son flexibles. Existe un endoscopio nuevo que es lo suficientemente pequeño como para ser tragado, el cual puede transmitir inalámbricamente las imágenes. Cada tipo de endoscopio está diseñado especialmente para observar cierta parte del cuerpo.
Dependiendo del área del cuerpo que se está examinando, el endoscopio puede introducirse a través de la boca, el ano, o la uretra (el conducto que lleva la orina desde la vejiga hacia afuera). En ocasiones, se introduce a través de una pequeña incisión (corte) en la piel

Fue en el mes de agosto cuando las continuas y fuertes cefaleas que soportaba Lucas les hicieron acudir a Urgencias varias veces, donde en un primer momento no les dieron mayor importancia, pretendiendo solucionarlo con pastillas. El padre recuerda, muy afectado, como su hijo llegaba a decir “quitadme la cabeza, que me duele mucho”.

En el Hospital de Poniente llegan a hacerle un TAC, pero quien lo revisa no advierte nada aquel 15 de agosto, por lo que les manda a casa. Pero los dolores continúan, y a eso se une la pérdida de visión periférica, de lo que se da cuenta Laura porque al andar, Lucas tropieza con cosas que tiene junto a él, como muebles, esquinas, farolas… y dice que “no lo he visto”.

Acuden a Oftalmología el 2 de octubre, y al contarle a la médico toda la historia, ella revisa el TAC, ve que los nervios ópticos están muy inflamados pero no saben la razón, aunque eso se convierte en una pista. El 8 de octubre vuelven al Hospital, y el neuropediatra ya si advierte que “se ve algo”, por lo que lo ingresan para hacerle una resonancia dos días después, y con el diagnóstico los derivan al Hospital de Torrecárdenas.

Pero si hasta ahí lo más grave habría sido un fallo de diagnóstico felizmente subsanado, lo que le sigue, es peor si cabe, ya que el día 11 de octubre ingresa en Torrecárdenas. Entonces le hicieron una punción lumbar para ver la posibilidad de colocarle un sensor, que sí acaban colocándole en una intervención que supone atravesar el cráneo para colocárselo, y la obligación de prácticamente no moverse, hasta el extremo de que reír, llorar o hablar, podría ser nefasto para él.

Regresan el 14 a Torrecárdenas, donde le colocan el sensor durante dos días, y pese a lo que eso supone, en las fotos que la madre nos muestra en su móvil con ese aparato en su cabeza, Lucas sonríe, porque confía en que pronto acabarán sus padecimientos.

El quiste que tiene Lucas en su pequeña cabeza es del tamaño de una pelota de golf (4,7x5x3 centímetros), lo que le provoca –como parece lógico pensando en el tamaño de la cabeza de un niño de esa edad- un desplazamiento craneal, generándole una presión intracraneal que le está dañando la vista, y que le imposibilita llevar una vida normal. Ha llegado a dormir una semana entera sentado, cuenta su madre, porque el dolor al tumbarse era insoportable.

La preocupación de los médicos era “máxima” ante los resultados, porque los datos que ofrecían las pruebas eran tan extremos que se salían de las gráficas que debían reflejarlos. Les dicen que en un máximo de dos o tres semanas estará operado.

Aquello fue el 18 de octubre, y el médico dijo que una semana le vería el anestesista y en dos semanas “como mucho tres” le operarían. Les dieron el alta un jueves y el viernes por la mañana ya les estaban llamando para la anestesia, lo que generó enorme alegría al comprobar que efectivamente todo iba rápido. Pero no recibían la llamada definitiva, asi que el padre preguntó y le contestaron un jueves que el lunes siguiente se presentaran con el niño y la documentación para proceder a la intervención, e incluso –recuerda la madre- le dijeron que le rapara el pelo, lo que también hizo. Lucas pese a todo, estaba contento porque al fin todo acabaría.

Desde entonces, y aquello fue el 12 de noviembre, “hemos estado tres semanas en el hospital sin hacer nada, y siempre era el miércoles, luego que si el jueves o el viernes, luego nos daban permiso para regresar a casa el fin de semana y volver el lunes… y a empezar otra vez”.

La excusa para no hacer la intervención es que no tiene el endoscopio, según les dicen a los padres, y que van a traer uno prestado, o alquilado, pero el endoscopio para Lucas no llega, y su operación tampoco, porque cuando el lunes de esta semana volvían a Torrecárdenas con la esperanza de que sí, ahora sí… lo que se encontraron fue el alta médica, y una cita para el próximo 10 de diciembre en la que le volverán a encamar, pero sin garantizarles cuando podrá ser operado porque de esos médicos no depende el contar un endoscopio.

Lo que tampoco entienden Laura y Julián es por qué si el problema es ese, no les derivan a Granada, o Málaga, o Sevilla, o cualquier otro sitio que disponga de endoscopio, en vez de dejar que su hijo siga sufriendo dolores, y quién sabe hasta qué punto secuelas irreversibles.

Los padres, preocupados también por su otro hijo, que tiene que pasar mucho tiempo solo por estas circunstancias, y que está afectado por cómo ve a su hermano, saben que también sus puestos de trabajo penden de un hilo por culpa de todo el tiempo que llevan de hospital en hospital, y lo peor de todo es que, hasta el momento no ha servido de nada.

La operación que debía haberse realizado en un máximo de dos semanas desde el diagnóstico, a día de hoy no tiene fecha.

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