Las elecciones municipales y autonómicas del 28M han dejado un panorama político complejo y diverso en España. El PP ha cosechado un enorme éxito, pero Vox también ha crecido, y eso les va a obligar a ponerse de acuerdo. Qué bonita pareja hacen. Ambos partidos comparten el objetivo de desalojar al PSOE del poder en las comunidades y los ayuntamientos donde gobiernan. Pero PP y Vox también tienen diferencias notables en sus programas y sus formas de hacer política.
El PP quiere esperar a las elecciones generales del 23J para negociar con Vox los posibles pactos locales y autonómicos. Así lo ha anunciado su líder Alberto Núñez Feijóo, quien teme que una alianza prematura con la ultraderecha movilice al electorado socialista y reste votos al centro-derecha. Feijóo sabe que el PSOE espera esos acuerdos para lanzar su campaña del miedo y presentarse como el único dique de contención frente al avance de Vox.
Vox, por su parte, quiere rentabilizar su crecimiento electoral y obtener cuotas de poder e influencia en las instituciones. Su líder Santiago Abascal no se conforma con ser el socio preferente del PP, sino que aspira a ser su socio imprescindible. Abascal sabe que el PP necesita sus votos para gobernar en muchos lugares y quiere aprovechar esa ventaja para imponer sus condiciones.
Pero Vox debería ser consciente de que si quiere que la derecha desbanque al PSOE y a la izquierda en conjunto, debe evitar que le utilicen como espantajo a ellos. En Vox deberían esperar pacientemente a que se aclare el panorama hasta las elecciones generales del 23J convocadas por Pedro Sánchez. Y es que si el PP tiene un problema, que es evitar la movilización de la izquierda por miedo a su alianza con la ultraderecha, Vox también lo tiene.
El problema de ambos es cómo gestionar su éxito sin convertirse en un lastre el uno para el otro. Y es que en política no todo vale. A veces hay que saber ceder para ganar.
Un ejemplo de esta situación se da en Níjar, donde el PSOE y el PP tienen 10 concejales cada cual, y Vox tiene uno. Todo apunta a que el Ayuntamiento pasará a manos populares, con el apoyo de Vox, que ha perdido dos ediles en cuatro años. Pero ¿qué condiciones pondrá Vox para dar su voto al PP? ¿Querrá entrar en el gobierno municipal o se conformará con un pacto programático? ¿Y qué hará el PP si Vox le exige medidas extremas o contrarias a su ideario? ¿Aceptará o rechazará su apoyo? ¿Y qué consecuencias tendrá esa decisión para su imagen y su electorado? Vox tiene la llave del gobierno en Níjar, pero también tiene un dilema: si se alía con el PP puede darle la alcaldía a la derecha, pero también puede provocar una reacción movilizadora en la izquierda; si se abstiene puede dejar gobernar al PSOE por tener más votos ciudadanos, pero también puede perder credibilidad ante sus votantes.
Níjar es el ejemplo claro y clave de lo que va a pasar en los próximos meses.