Vamos, si no lo remediamos, camino suicida con la autodeterminación, el final de España como Estado Nación. ¿Desde el corazón de la sociedad civil cómo se podrá parar este camino de la deriva del sistema jurídico constitucional cuando la razón está de nuestra parte? Un modelo nacido en 1978 con un Estado democrático y social de derecho como proyecto común de convivencia, siendo un orgullo y un honor, una gloria y también un dolor para quienes entregaron su vida por esa España
Como ciudadanos somos los depositarios de este Estado Nación y a ello nos debemos con lealtad y fidelidad. No podemos disponer de ella, siendo una obligación por parte de cuantos integramos la España como Nación el entregarla a las generaciones futuras, tal y como nos la entregaron los que nos precedieron con las debidas formalidades legales entre los años 1975 y 1978, desde la renuncia y el consenso para dotar a España de un marco jurídico cívico duradero con la impronta de la Monarquía parlamentaria.
Defender la Constitución en estos momentos de tribulaciones independentistas, que están tramitando normas alegales e ilegales para el quebramiento jurídico de nuestro país, hay que hacer un esfuerzo mayor en defender la justicia, la libertad y la seguridad y seguir promoviendo el bien de cuantos la integran, garantizando la convivencia democrática dentro de la Constitución y de las leyes conforme a un orden económico y social justo. Tenemos un Estado de Derecho que asegura el imperio de la ley como expresión de la voluntad popular y que protege a todos los españoles y pueblos de España en el ejercicio de los derechos humanos, sus culturas y tradiciones, lenguas e instituciones.
No podemos estar de acuerdo, dejando hacer y dejando pasar, esta deriva de la narcisocracia instalada en el núcleo del poder del Estado sin freno alguno en las Cortes Generales y otros poderes del Estado controlados por estas gentes de partidos secesionistas, porque esa actitud política incidirá de forma beligerante en el progreso de la cultura y de la economía, y no nos asegurará a todos los españoles una digna calidad de vida, y menos aún, el poder proyectar un futuro mediato en una sociedad democrática avanzada.
La razón está de nuestra parte, también jurídica, moral y ética, de no podemos disponer de la Patria, debemos de defenderla como Patria común e indivisible de todos los españoles, no somos los propietarios, estamos de paso, somos detentadores de una Nación que nos legaron del pasado, para el presente y el futuro. No es nuestra, es un bello tesoro de los que nos han precedido, ahí lo estamos viendo en FITUR, y debemos de entregarla como nos la entregaron, y eso es ser patriota, no disponiendo de la Patria por cuestiones ideologízadoras tóxicas.
El patriotismo es una llamada a la acción de nuestra Patria, no podemos permanecer impasibles ante quienes quieren que dejemos de ser españoles ante un nuevo orden jurídico que se está implementando con sutilidad, y vamos a perder lo que nos legaron nuestros abuelos y padres, y con tristeza y amargura no podremos entregar España a nuestros hijos y nietos en las mismas condiciones que nos la cedieron para hacerla, sí puede ser, más grande y espiritual en su destino universal.