Los impuestos suelen ser uno de los caballos de batalla electoral. Cuando gobiernas y debes cumplir un presupuesto, cualquier gobernante responsable debe atenerse a unas ratios de déficit y deuda, sin abandonar la inversión. Digo esto ya que últimamente estoy viendo presumir a algún gobernante municipal, diciendo que está bajando la deuda del municipio, pero claro se le olvida decir que no ha invertido un euro en los últimos diez años y tampoco ha bajado los gastos de forma ostensible, el presupuesto en muchos casos está dedicado casi en su integridad al capítulo uno, personal y poco más, inacción inversora argumentada en la reducción de la deuda.
Para cumplir los presupuestos puedes disminuir el gasto, pero esto es un sacrilegio para un político actual, sería ir en contra de la política clientelar reinante. También pueden fomentar el aumento de actividad para que aun manteniendo o incluso bajando la presión fiscal, obtengas como consecuencia una mayor recaudación, pero claro esto requiere mucho trabajo, se ven los resultados a medio plazo y por supuesto requiere unos políticos gestores y no unos políticos populistas, es decir una utopía en la actualidad. Así que optan en su gran mayoría por la vía más rápida, la más fácil, subir los impuestos, sin el menor rubor e incluso en muchos casos incumpliendo los programas electorales con los que se han presentado a las elecciones.
Por otro lado, se debe exigir que las promesas electorales sean lo más cercanas a la realidad posible, no se puede prometer bajada de impuestos con alegría, sin saber cómo vas a cuadrar luego las cuentas públicas. Hace poco analicé en un reciente artículo en noticias de almería, el programa electoral que el PP presentaba a la investidura de su candidato a la presidencia del gobierno, en una de sus medidas, indicaba la necesidad de acompañamiento de la memoria de impacto económico, pero curiosamente olvidaron aplicarlo en su propio programa.
Este año en España hemos tenido subida de impuestos en varios conceptos, en primer lugar, el impuesto a las grandes fortunas, anunciado como temporal, que afecta a unos 23.000 contribuyentes y que considera una gran fortuna a 3 millones de euros de patrimonio, al que se le aplica un 1,7%. Curiosamente tenía consenso político.
En segundo lugar, el Impuesto del IRPF, suben un punto a las rentas superiores a los 200,000 euros.
Y un nuevo impuesto, el Mecanismo de Equidad Intergeneracional de pensiones, para aumentar el Fondo de Reserva de la Seguridad Social, incrementa un 0,6% la cotización, a cargo el 0,5% los empresarios y el 0,1% los asalariados.
Y como no a los de siempre, los autónomos también tienen nuevas cuotas, que se ajustan a sus ingresos reales, y van 230 euros al mes a 500 euros. Esta medida resta libertad a los autónomos y con las pensiones derivadas de estas cuotas no dejará de ser mileurista el sufrido autónomo.
También se ha modificado el Impuesto de sociedades, instaura un nuevo mínimo del 15% para multinacionales con facturación superior a los 750 millones de euros. La inflación en los precios evidentemente se ven afectadas por el aumento de carga impositiva de las grandes cadenas de alimentación, por ejemplo.
Y el famoso nuevo Impuesto a la banca y energéticas, con un tipo del 4,8% para entidades bancarias que facturen un mínimo de 800 millones de euros, ya sabéis porque las entidades bancarias principales no pagan intereses a los depósitos, se ha adelantado el Estado para cobrarlos. Y del 1,2% para empresas energéticas con una facturación mínima de 1.000 millones de euros, también aquí podemos buscar explicación a uno de los componentes de la inflación en los precios de la energía.
Cuando el Gobierno sube los impuestos, finalmente siempre repercuten en los ciudadanos. En este periodo de subida de tipos de interés para reducir la inflación, creo que no era lo más conveniente la subida de impuestos. Pero el intervencionismo estatal es la teoría económica dominante en las políticas económicas de Occidente actualmente. En España las teorías keynesianas han sido adoptadas por los grandes partidos.
Como no tenemos bastante con el Gobierno, llegan los ayuntamientos y a propósito de la subida del IBI en Almería, el tipo impositivo, actualmente situado en 0,485 pasará a 0,610, no es el único caso de la provincia, en algunos pueblos están sufriendo un IBI completamente desaforado. Ninguno de estos equipos de gobierno de los ayuntamientos se ha planteado reducir el gasto, tampoco fomentar políticas de aumento de la actividad económica que aún manteniendo o bajando impuestos, produzca un incremento de la recaudación, no por supuesto que no, han ido a lo fácil, a lo inmediato, han decidido subir los impuestos y que sea el ciudadano el que sufra las consecuencias de las subidas de impuestos y de la inflación.
Cada vez veo más coincidencias entre los dos grandes partidos, desde luego uno de los temas en los que suelen coincidir, es que sus gastos los pague otro, siempre el ciudadano.