La vicepresidenta del Gobierno, María Jesús Montero, ha desembarcado en Almería en una jornada de gran actividad. Parece que, desde que ha sido ungida como secretaria general del PSOE andaluz y candidata oficiosa a la presidencia de la Junta, se ha acordado de que nuestra tierra existe... porque no recuerdo que la haya pisado desde que fue nombrada. Y en su agenda, cómo no, no podía faltar una visita al hotel ilegal del Algarrobico, en Carboneras. Bueno, visita entre comillas, porque ni siquiera se ha molestado en informar a los alcaldes de Carboneras y Níjar. Quizás sea porque no son socialistas, quizás sea porque el PSOE está más interesado en la foto que en el diálogo institucional que, a renglón seguido, pedía.
Pero lo más llamativo de la jornada no es el desplante a los alcaldes, sino el enorme acto de propaganda con el que la vicepresidenta ha querido vendernos su “compromiso” con el medio ambiente. La gran noticia, según la nota de prensa enviada a los medios, es que el Gobierno va a proceder a la demolición del hotel del Algarrobico. Una afirmación que, por desgracia, es pura fantasía. Lo único que va a hacer el Ejecutivo es aprobar una declaración de utilidad pública para iniciar el proceso de expropiación de los terrenos. Después vendrá otro proceso para el derribo del edificio y la restauración del paraje natural.
La pregunta es evidente: si este hotel es un “atentado medioambiental” que lleva más de dos décadas destrozando la costa almeriense, ¿por qué el Gobierno no ha actuado antes? La respuesta es incómoda para el PSOE. Porque cuando el hotel se aprobó, el Ayuntamiento de Carboneras era socialista. Porque la Junta de Andalucía estaba en manos del PSOE. Porque el Gobierno central también era del PSOE. Y porque, cuando la Justicia dictaminó que la construcción era ilegal, no se movió un dedo para demolerlo.
Es más, en los últimos siete años de gobierno socialista en España, con Pedro Sánchez en la Moncloa, ¿qué se ha hecho respecto al Algarrobico? Nada. ¿Y durante la etapa de Zapatero? Lo mismo. Y, si nos ponemos a hilar fino, ¿quiénes han pagado por esta ilegalidad? Nadie. Se ha cometido un atropello urbanístico de manual, pero aquí nadie es responsable. Ni los que lo permitieron, ni los que miraron hacia otro lado.
Mientras tanto, la Junta de Andalucía, desde que gobierna el Partido Popular, ha manifestado su intención de acabar con esta aberración cuanto antes. En su primera rueda de prensa como consejera de Medio Ambiente, la almeriense Carmen Crespo ya dejó claro que la Junta estaba lista para derribar el hotel en cuanto la Justicia lo permitiera. Y hace tiempo que eso es posible. Pero resulta que el Gobierno central no ha querido saber nada del tema… hasta ahora. Justo ahora, cuando María Jesús Montero se lanza a la carrera electoral en Andalucía.
¡Ahora lo solucionará en cinco meses! ¿De verdad? ¿Y los plazos legales? ¿Cuanto se tarda en preparar el pliego de licitación, licitar y adjudicar la demolición? ¿Y por qué no lo hizo la semana pasada, o la anterior, o la otra, o la otra, o la otra, o la otra...? Seguro que recordará sus declaraciones asegurando que sí o sí, el AVE estaría en Almería en 2026... palabra de vicepresidenta. Por eso nuestra portada de hoy no recorge ese compromiso como titular principal, porque lo será cuando sea una realidad.
El PSOE, que lleva más de 20 años sin hacer nada con el Algarrobico, quiere ahora vendernos a Montero como la gran defensora del medio ambiente. Y ahí están los socialistas andaluces, aplaudiendo con entusiasmo, como si la vicepresidenta no hubiese formado parte de gobiernos que permitieron la construcción del hotel y que después lo dejaron pudrirse en un limbo legal.
Lo que ha hecho Montero en Almería no es política. Es teatro. Y de los malos.