El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, anunció el lunes 29 de mayo que adelantaba las elecciones generales al 23 de julio, una decisión que sorprendió a muchos y que busca revertir la debacle electoral que sufrió su partido, el PSOE, en los comicios municipales y autonómicos del día anterior.
El PSOE perdió poder en todo el mapa. En municipales y en autonómicas. No había excusa posible ante el descalabro.
El resultado ha sido interpretado por los propios socialistas como un castigo de los electores a la gestión de Sánchez al frente del Gobierno, basta escuchar a la candidata socialista a la Alcaldía de Almería, Adriana Valverde, quejándose de que su mal resultado se debe al voto "en clave nacional". Pero más allá de que se apoyó en una coalición de izquierdas con Podemos y en pactos puntuales con partidos nacionalistas y separatistas, lo peor es la sensación de mentira continua a la que nos somete este presidente, que no pactaría con Podemos, ni con EH Bildu, ni tampoco indultaría a los independentistas; no es que eso sea bueno o mal, que es opinable, lo que resulta imposible es fiarse de su palabra.
Una jugada arriesgada
Sánchez decidió convocar elecciones anticipadas como una forma de movilizar a su electorado y de frenar el avance de la derecha, que se ha unido en torno al PP y a Vox. El presidente fiará ahora su discurso a la moderación, a la recuperación económica, la agenda social y la defensa de la democracia frente al independentismo y al populismo, y espera que con todo eso puedo revalidar su cargo o incluso mejorar sus resultados.
A eso unirá otro de los grandes éxitos, y ciertamente movilizador de la izquierda hasta ahora, que no es otro que el miedo a la derecha. Ahora ya no es el PP, como antaño, tampoco es el miedo a la entrada de Vox en las instituciones porque está en ellas, ahora agitará el pacto entre PP y Vox, pero los recursos se va agotando a no ser que sea Vox quien eche gasolina a las llamas.
Sin embargo, la decisión de adelanto electoral no está exenta de riesgos. Los sondeos previos al 28M ya apuntaban a un empate técnico entre el bloque de izquierdas y el de derechas, lo que augura una nueva fragmentación del Congreso y dificultades para formar gobierno. Y en eso también confía Sánchez, en que los demás, todos lo demás, todo lo que no es PP y Vox, le erija a él como caudillo.
Sánchez confía mucho en sí mismo, tanto, que lo hace temerario. Ganó las primarias en su momento para liderar el PSOE, contra todo pronóstico y contra el aparato del partido, y lo echaron, y volvió a intentarlo, y volvió a ganar. Sin escaño de diputado, presentó una moción de censura y la ganó, convirtiéndose en el primer político que gana una para llegar al Gobierno de España, y también el primero que llega a presidente sin tener escaño. Ahora, aunque el PP está crecido por los buenos resultados en las municipales, convoca elecciones, aunque a su izquierda están desmantelados, si bien el adelanto podría impulsar a unirse, pero es arriesgado. Quizá busca concitar él todo el voto de izquierdas, ser la única izquierda útil.
Una campaña exprés
Las elecciones generales se celebrarán el 23 de julio, apenas dos meses después del anuncio de Sánchez. Se trata de un plazo muy corto para organizar una campaña electoral, pero él ya ha previsto 400 millones de euros de gasto público en este concepto.
Los partidos políticos tendrán que definir rápidamente sus candidatos, sus programas y sus estrategias para captar el voto indeciso o descontento. También tendrán que prepararse para unos posibles pactos poselectorales que podrían ser más complejos y exigentes que nunca.
La cita con las urnas será decisiva para el futuro político de España y para el liderazgo de Pedro Sánchez, que se juega su continuidad al frente del Gobierno y del PSOE. El presidente ha optado por una medida a la desesperada que puede salirle bien o mal, pero que no dejará indiferente a nadie.
¿Y a todo esto, qué dice Tezanos, José Felix, el director del CIS?
El CIS daba al PSOE como ganador tanto en las municipales como en las autonómicas, pero los resultados fueron todo lo contrario. Tezanos aseguraba que la marca Pedro Sánchez era mejor valorada que la marca PSOE, pero todos dicen que han perdido porque se votaba "en clave nacional", o sea, con el cartel de Pedro Sánchez.
La pregunta por tanto es si Sánchez sigue creyendo en Tezanos, y es Tezanos quien convoca las elecciones.