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Tom, quería guerra
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(Foto: malasombra)

Tom, quería guerra

Por Juan Torrijos Arribas
jueves 12 de septiembre de 2024, 06:00h

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Hace unas semanas andaban los animalistas enfadados, habían sacado las uñas como los gatos contra las autoridades de Velefique, pueblo almeriense que tenía uno de los paisajes de higos chumbos más hermoso de la provincia, pero la enfermedad que le entró al pobre, dejó al pueblo sin uno de sus alicientes. Hace unos días apareció una noticia en los medios, en la que se venía a decir que Velefique no quería que se le diera de comer a los gatos. Los gritos de los animalistas se convirtieron en maullidos gatunos, que anunciaban medidas a tomar si los vecinos seguían la recomendación de los políticos.

Tom, el más longevo de los gatos del pueblo propuso organizar una huelga de hambre, como llevaron a cabo durante menos de 24 horas un colectivo de migrantes en Aragón. Y se estuvo discutiendo sobre la misma durante horas. Tom tuvo que avenirse a que, antes de iniciar la huelga, tenían que hacer una acercamiento con el alcalde y ediles del municipio, para intentar llegar a un acuerdo. Los vecinos, como ocurre en estos casos, andaban divididos. Los de la derecha por un lado y los de la izquierda, como se pueden imaginar, por el otro, como viene siendo habitual en cualquier pueblo tras los años del Pp y de Psoe. Pero ojo a esta pareja, que va desapareciendo como la de la Guardia Civil, que cada vez se la ve menos.

La reunión tuvo lugar en el salón de plenos. No tuvieron que aparecer las uñas, aunque Tom, el que más vida tiene de los gatos del pueblo, llegó al salón con ganas sacarlas, y si la cosa llegaba a mayores, a usarlas. Las voces de los chicos animalistas van logrando que se calmen los ánimos de los mininos, y el señor acalde el de los vecinos. Pero Tom seguía queriendo guerra, guerra. Viendo calmado al asunto, palabras hueras por parte y parte, lanzó una andanada contra la alcaldía y la propuesta de huelga de hambre, que fue acogida con aplausos por parte de la mitad de los vecinos, quizás menos de la mitad, pero no estaba el ambiente como para pararse a contar, en medio de los maullidos y los gritos que estaba levantando la propuesta del gato Tom en el salón noble de la casa consistorial.

¿Se llegó a una solución? Se llegó, pero no tengan prisas, la comentamos.

Quiero entender a las autoridades de Velefique cuando pedían a sus vecinos que no dieran de comer a los gatos en las calles del pueblo. Se quiso vender esta noticia como si el ayuntamiento estuviera en contra de dar de comer a los gatos, y no es así. Tengo la experiencia de mi esposa y mi calle. Una vecina viene poniendo de comer a los gatos muy cerca de la puerta del garaje de casa, una vez no tiene importancia, pero todos los días, hoy el pescao, al día siguiente las lentejas, el domingo la paella, estaba consiguiendo que los olores llamaran a otros animales que venían a compartir la comida. La situación se estaba convirtiendo en un problema, que había que solucionar, o hablar con la vecina, o quitar todos los días la comida de los gatos.

La propuesta de mi señora, fue la misma que decidió el ayuntamiento de Velefique, que los vecinos que están acostumbrados a dar de comer a los gatos lo sigan haciendo, pero que, la misma la saquen de las calles del casco de la ciudad, que la alejen del centro urbano. Y no parece que esto sea un problema. Tom, seguirá comiendo, no se preocupen señores animalistas, pero el pueblo tendrá menos aromas y algo más de limpieza en sus calles.

Existe un problema que puede ser usado por la ley, y es que, si se hace responsable de esa colonia de gatos, si la viene alimentando y deja de hacerlo comete un delito, puede ser acusada de ello y multarle por abandonarlos. No se lo tome a broma.