Los políticos tienen la curiosa habilidad de usar cualquier ocasión para hablar de lo que a ellos les interesa, aunque no tenga nada que ver con el tema central del debate, y desgraciadamente los periodistas acabamos dejándonos llevar por la senda que marcan, que suele ser más entretenida si de lo que se trata es de los presupuestos municipales.
Porque en realidad, los grupos –y los concejales no adscritos- en el Ayuntamiento de Almería, profundizaron muy poco en el documento propuesto por el equipo de Gobierno que encabeza María Vázquez, y se dedicaron a tirarse los trastos a la cabeza porque todos están pensando en mayo de 2023, y los presupuestos solo eran la excusa para mostrar las cartas de cada cual.
El último pleno del año sirvió para que la socialista Adriana Valverde comenzara su campaña electoral anunciando que éstos serán los últimos presupuestos del PP… como ya dijeron otros antes que ella, pero también para insistir en la crítica a los 20 años que llevan en la Alcaldía, olvidando que el PSOE estuvo cuatro décadas gobernando Andalucía, y sin preguntarse por qué después de este tiempo su formación sigue en la oposición en la capital y sin expectativas de cambiar de sitio.
Tampoco le faltaron acusaciones a quienes apoyan el presupuesto, al concejal Pérez de la Blanca, por ser no adscrito proveniente de Vox es calificado de tránsfuga, pero Carmen Mateos, también no adscrita tras expulsarla de Podemos, no es tránsfuga. Y también acusación al concejal de Ciudadanos, Rafael Burgos, porque es de Ciudadanos… y partido que, por cierto, firmó un acuerdo con el PSOE para que Pedro Sánchez fuese presidente del Gobierno, pero que no se materializó. Entonces Ciudadanos era bueno.
Es lo mismo con el análisis que hace del dinero destinado a inversiones, que Valverde recuerda que mucho viene del Gobierno “de Pedro Sánchez”, pero no menciona que a “Pedro Sánchez” le viene de la Unión Europea.
Tanto el ex de Vox como el propio Burgos, tuvieron que salir a defenderse, y éste último también a recodarle a Miguel Cazorla, que sus propuestas, antes de ser concejal no adscrito, eran de Ciudadanos, no suyas. Y también llamó la atención este concejal sobre el hecho de que tras llamar tanto tiempo a Pérez de la Blanca “no adscrito” y no mentarle con su nombre, ahora, cuando comparten situación haya cambiado esta costumbre, aunque eso sí, ahora se refiere a Ciudadanos como “otra fuerza política”. Ellos, en sus cosas.
Lo que no deja de sorprender es la flexibilidad de los números, porque Burgos y Pérez de la Blanca apoyan las cuentas, entre otras razones, destacando que bajan los impuestos, pero el portavoz de Vox, Juan Francisco Rojas, muy centrado en lo que se traía a pleno, apuntó partidas concretas en las que esa reducción era inexistente, o incluso estaban al máximo legal.
Y claro, cuando el tenor del debate va por ahí, es normal que la respuesta del portavoz del equipo de Gobierno, Pedro Sánchez, tire de asuntos añejos y actuales para dejar en evidencia a la socialista y a la expodemita. Pero ahí lo más interesante fue escuchar cómo Valverde, una vez más optó por la confrontación en vez de por el diálogo, y recriminaba a quienes sí dialogaron. Lo digo porque la socialista tenía 50 propuestas tipo lentejas, o las tomas o las dejas, y el PP le aceptó alrededor de una decena ¿aún así no le valía la abstención? Estaba claro que el objetivo era decir no, otra vez.
La verdad es que el papel lo aguanta todo, pero éste y cualquier otro, y pasa con él lo contrario que con las hemerotecas, que ahí están, con las promesas incumplidas, con los plazos incumplidos, con los cambios de opinión, con los dobles raseros.
Almería no es el centro, o mejor dicho, no es solo el centro, como tampoco lo es solo el proyecto Puerto-Ciudad… Almería de lo que está necesitada es de mantenimiento, que es lo que se llevó por delante –entre otras cosas- al Gobierno municipal socialista de Santiago Cabrejas. Los almerienses quieren salir a la calle y que haya aceras, y que allá donde las hay estén limpias, que se recoja la basura además de poner contenedores de reciclaje, que se poden los árboles antes de que se metan las ramas en los dormitorios, que los jardines están en condiciones y no se olviden de los parques que se hacen, que las papeleras estén vacías porque eso quiere decir que las hay, que se deposita las cosas dentro, y que además se recogen, que las paredes no estén llenas de graffittis desagradables, que el transporte urbano se eficaz y suficiente, que se pueda circular y pasear sin miedo a que te atropelle una bicicleta o un patinete, que no se sigan apagando farolas en los barrios… A veces no es cuestión de dinero.
Ante esto, hay dos caminos desde la oposición, limitarse a la crítica o a pedir cambios en el presupuesto que ascendería a incrementar el gasto en 600 millones de euros (el doble del presupuesto actual prácticamente) pero sin subir impuestos ni contar con dinero de otras administraciones (lo que reclama el PSOE), o pactar y acordar como han hecho otros con cosas cotidianas, del día a día… y también queda la opción de abstenerse.
En mayo saldremos de dudas.