La vicepresidenta y ministra de Trabajo Yolanda Díaz necesitaba de nuevo su minutito de gloria entre “koldos” y amnistía, y ha querido aprovechar para lucirse con su última declaración sobre los horarios de los restaurantes. Según ella, es inadmisible que haya establecimientos abiertos a la una de la mañana y que haya gente trabajando a esas horas. Su solución: acabar con eso.
Pero, ¿acabar con qué exactamente? ¿Con los restaurantes, con los trabajadores o con la noche? Porque parece que la ministra no tiene muy claro que las competencias de horarios comerciales corresponden a los ayuntamientos y comunidades autónomas, y que cada lugar tiene sus propias características y costumbres.
No es lo mismo Andalucía, donde en verano es imposible pisar la calle antes de las ocho o las nueve de la tarde/noche por las altas temperaturas, que Asturias o su Galicia natal, donde el clima es más fresco. Tampoco somos Austria, cuya vida nocturna comienza a las tres de la tarde en invierno porque a esa hora ya es de noche. Cada sitio es distinto, y por eso hay que respetar la diversidad y la autonomía de cada territorio, algo que como electa de un grupo “plurinacional” debía tener tan asumido como el cuidado con no invadir competencias administrativas.
Quiso salvar su metedura de pata afirmando que la cuestión no es el horario, sino la remuneración de los empleados. Si una persona está trabajando a la una de la mañana, lo que necesita es cobrar un salario digno y tener unas condiciones laborales adecuadas, no que le cierren el restaurante donde trabaja. Y eso es algo que ya se contempla en los convenios colectivos, y que depende de la inspección de Trabajo, que sí es competencia de la ministra. Por tanto, es ella quien no está ejerciendo sus competencias... tal vez porque tenía mucho que planchar esa noche, o se lo han comentado los papis y mamis del cole de su hija.
Pero ella, en su mundo sovietizado, no es capaz de entender que hay gente que llega en un vuelo a la una o de la madrugada quiere comer algo, o que ha salido del cine o de un espectáculo a las doce de la noche y le apetece cenar, o que hay quien viaja por carretera y a las tres o las cuatro de la mañana para con la intención de tomar un café o un pincho de tortilla... ¿Por qué acotar la hora de los restaurantes y no el de las discotecas? ¿habría que cerrar las gasolineras nocturnas? ¿deberían dejar de patrullar los policías, o hacer guardias los bomberos? ¿no tienen derecho a cena los periodistas que terminan a las doce o la una de la madrugada?
Si un restaurante quiere abrir 24 horas, que lo haga si el ayuntamiento le da licencia para ello, y Díaz lo que debe hacer es ocuparse de que los empelados trabajen las horas reglamentarias y cobren según sus convenios, y no andar regulando horarios que además no es su tema.
Por cierto ¿si un autónomo reduce su jornada laboral como un funcionario, seguirá cobrando lo mismo? ¿la diferencia nos la va a pagar ella? Es por saberlo.