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Una mentira cómoda V
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(Foto: malasombra)

Una mentira cómoda V

Por Antonio Felipe Rubio
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afelipeafelipecom/7/7/15
miércoles 04 de diciembre de 2024, 13:07h

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No nos engañemos. La dinámica climática y sus derivadas meteorológicas han sido una constante que, eventualmente, han conocido efectos puntuales, aunque se les ha dado en llamar de forma distinta según la época y las culturas: diluvio, plaga, castigo divino, tormenta devastadora… hasta llegar a gota fría y, ahora, Depresión en Altos Niveles de la Atmósfera (DANA).

Siempre han existido periodos que han cursado con prolongadas sequías o abundantes lluvias. Esto ya pasaba en tiempos de los romanos y los árabes, y sabían darle solución. Aljibes, cisternas, acequias, alquerías, azudes, acueductos, embalses, presas… Son innumerables las soluciones que las diferentes culturas han utilizado para aprovechar el agua y evitar sus embates cuando la naturaleza desata su furia. Pero han tenido que llegar los salvapatrias y salvaplanetas para enmendar lo que siempre ha funcionado, y ya se aprestan a reconducir los designios del antropoceno.

Según los iluminados de la secta, ya tendríamos que estar bajo el agua o encaramados a un risco. El multimillonario Al Gore lo vaticinaba años atrás. Este político fue vicepresidente con Bill Clinton. Es consejero de la compañía multinacional Apple. Es miembro de la firma de capital riesgo Kleiner Perkins Caufield & Byer. Con el calentamiento global ganó dos Oscar. Con el cambio climático fue Premio Nobel de la Paz.

“El deshielo de los polos haría subir el nivel de los mares y océanos. Innumerables poblaciones ribereñas sucumbirían bajo las aguas”. “En 2018 el Ártico quedaría sin hielo”. Estas afirmaciones le valieron a Al Gore para vender millones de libros, pronunciar discursos, conferencias, programas de TV y para recibir incontables premios. Evidentemente, nada de lo anunciado por este gurú climático ha sucedido. La única temperatura que subió fue la de su cuenta corriente.

Posteriormente al calentamiento global, aparece la “descarbonización”. La atmosfera terrestre se compone fundamentalmente de nitrógeno, oxígeno, dióxido de carbono y, en menor cuantía, otros elementos. El CO2 es fundamental para la vida. Obviamente, las plantas “respiran” el CO2 y nos devuelven oxígeno en el proceso de fotosíntesis. En explotaciones agrícolas almerienses se utiliza un aporte suplementario de CO2 para favorecer el crecimiento, la salud y productividad de las plantas y sus frutos. Además, en la fertiirrigación (carbonatación del agua de riego) se consigue mantener en buen estado los aspersores y goteros gracias al CO3H2 (ácido carbónico).

Almería es un gran ejemplo de los beneficios climáticos derivados de la agricultura bajo plástico. El índice de albedo (reflectividad del techo del invernadero) propicia un microclima en amplias extensiones del Poniente almeriense. La alta concentración de las plantaciones, así como el tratamiento de los residuos faculta que se extremen las medidas de control de plagas por insectos nocivos, botritis, virosis, etc.

A pesar de significar un modelo productivo con beneficiosa repercusión económica, social y medioambiental, las nuevas tendencias pseudoecologistas contenidas en la Agenda 2030 pretenden la “Restauración de la Naturaleza”. Es decir; eliminar gran cantidad de invernaderos y dejar el terreno tal cual era en un principio; aunque ese “principio” no especifica a qué era, periodo o eones atrás se refiere.

Antonio Felipe Rubio

Periodista
Dirige La Tertulia en Interalmería TV