La historia del periodismo fue, durante muchos años, la historia del telégrafo. En unos tiempos en los que no existía el teléfono y las cartas avanzaban a pezuña de caballo, el telegrama fue el primer atisbo del tuiterío informativo que hoy nos nutre. Y fue uno de esos cruces de telegramas entre periodistas lo que empezó a dar forma a la prensa sensacionalista que tanto ha ayudado a desconfigurarnos el mundo.
A finales del S.XIX, cuando la situación en la Cuba española amenazaba con la insurgencia generalizada, los Estados Unidos vieron en la isla vecina un objetivo político fácil para ampliar su influencia en el sur del continente americano. De hecho, se comenzó a crear a través de la prensa un escenario (un relato, que se diría ahora) favorable para una intervención militar que “liberaría” al noble pueblo cubano de la terrible “opresión” española y europea. “América para los americanos” era uno de los ejes de la política exterior norteamericana antes de las guerras mundiales. Pero volvamos al famoso cruce de telegramas. El magnate de la prensa estadounidense William Randolph Hearst, inmortalizado años después por Orson Welles en su “Ciudadano Kane”, había enviado al pintor Frederic Remington (el autor de la mayoría de cuadros sobre indios y la caballería que decoran los restaurantes tex-mex) a Cuba para que le enviase una serie de dibujos que, una vez publicados, servirían para ilustrar el presunto régimen de terror español impuesto a los cubanos y forzar así una intervención militar. Después de unas semanas de dar vueltas por Cuba, el pintor envió un telegrama a la redacción diciendo que se volvía a Nueva York porque no tenía nada que poder dibujar porque allí no pasaba nada. La respuesta -extraordinaria- de Hearst a ese telegrama es lo que da pie a este artículo: “Permanezca en La Habana. Usted ponga los dibujos, que yo pondré la guerra”. Poco después un barco de guerra americano explotó casualmente en el puerto de La Habana (a día de hoy nadie ha podido probar el atrbuido atentado español) y estalló la guerra. Pero no nos desviemos.
El presidente del sedicente gobierno, Pedro Sánchez, anunció ayer por sorpresa (tanto es así que ni su vicepresidenta económica, Nadia Calviño, estaba al tanto) un plan de “actuaciones” para empresas y autónomos por valor de 11.000 millones de euros para paliar los efectos de la crisis del covid. ¿En qué consiste ese plan? ¿Cómo va a ser aplicado? ¿Quiénes podrán beneficiarse? No se sabe. Los leones del Congreso se enteraron al mismo tiempo que usted, que yo y que los responsables ministeriales encargados de diseñarlo y repartirlo. Usted ponga el titular, que luego ya vendrá alguien a poner los millones... o no. En fin; este es el nivel.
Y antes de que empiecen a salir los socialistas almerienses por la pasarela de las redes desfilando con una lechera en la cabeza haciendo cuentas de lo pronto y lo bien que responde este gobierno tan resilente y sororo a las prioridades transversales de todos y todas, permítanme recordar lo mucho que se parece esto a aquella ocasión, en 2008, en la que el entonces todopoderoso superconsejero de la Junta del PSOE de Sevilla, Martín Soler, organizó un consejo de gobierno de la Junta en Almería y, después del despliegue de consejeras y consejeros con Manolo Chaves a la cabeza, la prensa que ya había sido convenientemente persuadida de la relevancia del cónclave, tituló al día siguiente “LLUVIA DE MILLONES PARA ALMERIA”. Han pasado ya trece años de aquello y algunos siguen esperando bajo el paraguas. Pero bueno, tampoco conviene enfadarse mucho. Más se perdió en Cuba.