Poco se puede añadir a la avalancha de interpretaciones sobre el adelanto electoral anunciado por Pedro Sánchez. Ya saben: 23 de julio, puente de Santiago; pleno verano; vacaciones; más uso de votos por correo; sofocar la guerra interna con los barones y alcaldes frustrados; no dejar capacidad de acción al reciente éxito de PP y VOX; urgir a la extrema izquierda a recomponerse tras su rotundo fracaso… y el hastío de una campaña a cara de perro y con irregularidades e indecencias como la compra de votos, pactar con los que incorporan en sus listas a criminales y asesinos, la tómbola del Consejo de Ministros. En fin.
Quisiera centrarme en lo que se puede esperar de Sánchez, pues sería un grave error perder la capacidad de sorpresa ante este auténtico camaleón y encantador de serpientes. Ahora veremos una nueva versión del Sánchez despectivo, chulesco y mentiroso que hemos conocido. Ahora, y de la noche a la mañana, veremos a un Sánchez educado, humilde, respetuoso, decidido y patriota. Le escucharemos discursos épicos que arrancarán una emocionada lágrima hasta a Santiago Abascal. Se mostrará como el mayor defensor de los propietarios de viviendas que padecen la injusticia de la okupación ilegal y prometerá sacar de oreja, y en cinco minutos, a los okupas que ahora protege. Superará a Meloni en las medidas contra la inmigración ilegal. Se modificarán las leyes de sus socios comunistas en Vivienda y Solo sí es sí. Quedarán garantizadas las pensiones. Bajarán los precios de alimentos, combustibles y energía.
A Sánchez lo veremos como una reedición de Dwight Eisenhower y la vuelta de don Pelayo y Rodrigo Díaz de Vivar. Escenificará un sacrificio personal por el bien de todos los españoles.
Dirá que antepone los intereses de España por encima de su presidencia en la Unión Europea. Incluso, prometerá extirparse la gónada izquierda por el bien de España. Le veremos gestos seráficos y conducta beatífica. Es posible que algunos le observen una ligera levitación, verán un aurea que le circunda su casta e inmaculada figura, y otros adivinarán las potencias auriformes que le salen de la cabeza.
Es la nueva versión de Sánchez. Es una nueva entrega del engaño y el trampantojo. Es más sanchismo en versión vendedor de mantas muleras, que algunos las comprarán y se las liarán a la cabeza en pleno mes de julio. Y es que ahí afuera hace mucho frío.
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